Es uno de los conceptos más complejos de la teología cristiana como sabe cualquiera que de niño tuviese la asignatura de religión, con un profesor afanándose por hacerle entender aquello de la naturaleza una y trina de dios. Señor mismo, paráclito, dedo de dios o mente de Cristo se le llama, entre otras formas, en la Biblia, aunque la denominación más común es la de espíritu santo. Tal es la complejidad del concepto que ha provocado cientos de interpretaciones a lo largo de la historia, siendo las principales la modalista (que lo considera una fuerza divina), la arriana (para la que es una criatura divina) y la trinitaria (lo ve como una persona divina).

La misma complejidad parece haberse contagiado al grupo que da nombre, el Espíritu Santo portugués. En mayo, una auditoría desveló irregularidades en una filial, Espírito Santo International (con sede en Luxemburgo), principal accionista de Espírito Santo Financial Group, que a su vez es el accionista de control del Banco Espírito Santo. En medio de disputas en la familia propietaria y de advertencias de las agencias de calificación, el banco ha perdido la mitad de su valor en el último mes (17% ayer, antes de ser suspendido de cotización) y ha contagiado a las bolsas europeas. Lastrado por la banca, el Ibex 35 cayó ayer el 1,98%, hasta 10.533,60 puntos, con lo que en cinco sesiones ha perdido casi la mitad de las ganancias acumuladas en el año, mientras que la prima de riesgo escaló a 162 puntos básicos.