La expresión máxima del conflicto laboral, la huelga, se sitúa en mínimos históricos en Aragón. En el 2017 el número de días no trabajados por paros descendió hasta sumar 3.748, lo que supone una caída del 71% respecto a las 13.058 jornadas perdidas en el 2016. La cifra es claramente la más baja de toda la serie estadística que recoge el Ministerio de Empleo desde 1986. Los valores más próximos duplican incluso este número y se registraron en el 2010, con 6.787 días no trabajados, y en 1998, con 6.686. Y eso, a pesar de que el número de convocatorias de huelga se incrementó de 28 a 43, un 53% más.

La razón de la paradoja de estos datos está en el drástico descenso de los huelguistas y la menor duración de las protestas. Aunque el pasado año se promovieron en la comunidad 15 paros más que en el 2016, el número de trabajadores que los secundaron bajó un 70%: de 4.646 a 1.400. Este número es el segundo más bajo de los últimos 31 años. Solo en el 2004 se contabilizaron menos huelguistas (971).

Las cifras son muy inferiores a las del 2013, uno de los más conflictivos de la crisis, cuando se contabilizaron 54 huelgas que secundaron 17.541 trabajadores, lo que supuso 46.450 jornadas no trabajadas. El 2012 también se recuerda por su conflictividad, con 32 paros, 27.126 huelguistas y 30.642 días perdidos. En los dos ejercicios siguientes, el 2014 y el 2015, el impacto de estas acciones de protesta se mantuvo a la baja, pero en el 2016 repuntaron un 24% las jornadas perdidas.

UNA PAZ SOCIAL RELATIVA

El bajón huelguista que tuvo Aragón en el 2017 contrasta con los resultados registrados en el conjunto de España, donde los días no trabajados por paros subieron casi el 53%, hasta 595.253, y los participantes un 23%, hasta 225.687 (solo el 0,6% fueron aragoneses).

La provincia de Zaragoza fue el epicentro de las huelgas. En ella hubo 40 paros (algunos de alcance nacional o autonómico) en los que participaron 1.177 trabajadores (el 84% de los huelguistas que hubo en Aragón) que perdieron 2.796 jornadas de trabajo (el 74%). En Huesca se registraron 14 convocatorias que apoyaron 178 personas que dejaron de trabajar 793 días, mientras que en Teruel se desarrollaron 8 huelgas seguidas por 45 empleados que perdieron 159 jornadas.

Que el efecto de las huelgas marque un mínimo histórico encaja en un contexto de recuperación económica, pero podría tratarse de una paz social relativa. Los datos del Servicio Aragonés de Mediación y Arbitraje (SAMA) revelan que la conflictividad laboral aumentó en el 2017. Los expedientes tramitados por este organismo crecieron el 6% el pasado año, hasta 7.526, de los que 7.377 fueron mediaciones individuales. De esta forma, los conflictos laborales van en aumento pero tienen una menor intensidad, ya que las protestas están más ligadas a mejores convenios (salarios, jornadas) y no a los despidos colectivos (ERE) que caracterizaron los años de crisis.