"En muchos aspectos la crisis ya es historia", aseguraba hace unos días el presidente del Gobierno. "Es historia del pasado pero no lo son sus secuelas", matizaba ayer. Pero los inversores, visto lo visto, parecen parafrasear libremente el famosísimo e irónico pasaje del discurso de Marco Antonio acusando a Bruto de la muerte de Julio César en la obra de Shakespeare: "Rajoy dice que la crisis ha acabado, y ciertamente, Rajoy es un hombre honrado. ¡No hablo para desaprobar lo que Rajoy habló! ¡Pero estoy aquí para decir lo que sé!".

A comienzos de año se esperaba que las bolsas vivieran un buen ejercicio alcista. Y ayer nos encontramos con que el Ibex 35 ha vuelto a entrar en pérdidas anuales (0,13%). Sea la crisis en sí misma o sean sus consecuencias, lo que está claro es que el panorama en los mercados sigue sin ser del todo halagüeño. La sesión comenzó con ánimo comprador, al ritmo marcado por el encarecimiento del petróleo. Pero tan pronto como este empezó a bajar, todo se tiñó de rojo (el europeo brent alcanzó los 61,6 dólares, nuevo mínimo desde el 2009, y el estadounidense West Texas cedió hasta los 56,8 dólares), máxime cuando EEUU elevó su previsión de producción de crudo para el año que viene.

El Ibex, así, cerró con un retroceso del 2,38%, a los 9.903,9 puntos. La prima de riesgo, son todo, siguió tranquila, en los 115 puntos básicos, después de que el interés del bono marcase un nuevo mínimo histórico en el 1,782%.