Casi desde que el hombre dejó de ser mono decidió que un día a la semana convenía descansar. En occidente ese día es el domingo por costumbre romana (aunque la palabra provenga del dominicus dies, o día del señor cristiano, se tomó como referencia el dies solis o día del sol en lugar del sábado judío). "En el venerable día del Sol, que los magistrados y las gentes residentes en las ciudades descansen, y que todos los talleres estén cerrados", dictaminó el emperador Constantino I el Grande. Las bolsas, como se sabe, cierran el fin de semana. Pero los inversores parecen dedicarse algunos días de labor al dolce far niente que se le presupone al último día de la semana.

Ayer parecía uno de esos días, como apuntaba la reducción de los volúmenes de contratación. Con todo, cuando el mercado no se mueve, más que por descanso es porque fuerzas de distinto signo se contrarrestan. Tras las fuertes subidas alcanzadas desde que el BCE anunció sus medidas extraordinarias, a algunos inversores les entró vértigo y prefirieron recoger beneficios. Sin embargo, lo que parecía que iba a ser una sesión de caídas moderadas se transformó en un día de casi equilibrio. Los expertos estiman que es bueno que se produzca cierta corrección, pero todavía hay quien apuesta por las compras. Tras llegar a caer más del 0,5%, el Ibex 35 cerró con un descenso del 0,09% (11.153,5 puntos) y la prima subió a 122 puntos básicos el día en el que se anunció que Abengoa sustituirá a Ebro en el selectivo.