El fabricante de carrocerías Leciñena solicitará mañana el concurso de acreedores (antigua suspensión de pagos) al no poder hacer frente a sus obligaciones económicas después de varios años de profunda crisis en el sector. La medida, que se produce tras fracasar los intentos por reflotar la firma durante el preconcurso --periodo de cuatro meses para intentar reflotar el negocio-- afectará no solo a la compañía sino también a sus casi 140 empleados que ayer vivieron la noticia con resignación.

Fuentes consultadas por este diario elevaron el pasivo de Leciñena hasta los 40 millones de euros, aunque la propiedad ni confirmó ni desmintió esta cifra. En cualquier caso, esta emblemática empresa aragonesa no ha podido hacer frente a sus deudas, entre ellas varias nóminas de la plantilla. "Llevamos tres meses sin cobrar; que pase lo que tenga que pasar pero esto no puede seguir así", apuntó ayer un trabajador.

Al parecer, la compañía ha tenido que afrontar importantes problemas de circulante por la asfixia financiera que ha sufrido por parte de las entidades financieras, según apuntaron varias fuentes a este diario, aunque la propiedad negó ayer este extremo.

Leciñena, cuya sede central está en Utebo, quedará ahora en manos de la administración concursal para tratar de buscar una salida al negocio. Por tanto, se abren varias vías, aunque todas ellas conllevarán medidas traumáticas que van desde la reducción de la estructura de la compañía para hacerla viable hasta la venta a un posible comprador. Desde CCOO apuntan que una de las mejores soluciones pasaría por la entrada de un socio que aportara capital. No obstante, el sindicato subraya que lo más importante es la recuperación de las ventas.

Ese precisamente ha sido uno de los factores que han ahondado en la crisis de Leciñena, que se ha visto gravemente golpeada por desplome del volumen de negocio de un sector que vivió sus años dorados antes del 2008. Pero detrás también está la difícil situación económica de la empresa, la deuda acumulada y los problemas con los proveedores y los clientes. Todo ello ha originado una tormenta perfecta para un negocio familiar que ahora pasará a manos de los administradores concursales.

El colapso que ha sufrido esta compañía se hizo más evidente en los últimos meses en los que algunos de sus proveedores dejaron de suministrarle material por los problemas al no cobrar. No obstante, Leciñena también tuvo que hacer frente a impagos por parte de alguno de sus clientes, apuntaron fuentes del comité.

INQUIETUD La plantilla recibió ayer con inquietud la noticia tras varios años muy complicados. Leciñena sufrió dos ERE de extinción en el inicio de la crisis económica, que dejó a la plantilla con 70 empleados menos. Además, los trabajadores están inmersos en un ERE de suspensión de 110 días que afecta a toda la plantilla y que concluye el próximo 30 de septiembre.