El vicepresidente chileno, José Miguel Insulza, y el consejero delegado de Endesa, Rafael Miranda, dieron luz verde oficial ayer al proyecto más emblemático de la compañía eléctrica española en América Latina. Tras dejar atrás una inversión de 456 millones de euros y una de las mayores polémicas medioambientales que se han vivido en la región, la central hidroeléctrica de Ralco ha comenzado a servir energía a la red.

De acuerdo con las previsiones de la multinacional, este nuevo punto de generación permite suministrar electricidad al sistema en una cifra equivalente al 6% del consumo chileno. El grupo tiene una potencia de 570 megavatios y producirá una media de 3.100 millones de kilovatios anuales. Situada al sur del país, en la cuenca del río Bio Bio, la presa inaugurada ayer fue promovida hace más de 10 años por Enersis.

La polémica sobre su impacto medioambiental, al hallarse situada en una zona de alto valor ecológico, y el enfrentamiento con los indios peuenches, comunidad indígena pobladora de la zona anegada por el embalse, ha mantenido esta faraónica obra al borde del colapso en varias ocasiones. Endesa ha desembolsado 18 millones de euros para indemnizar a los afectados.