La desigualdad no solo depende de que no aumenten o bajen los salarios. También puede crecer por el recorte en las políticas sociales, el incremento de los impuestos, el crecimiento del paro, el ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres y por una mayor productividad. En España, todas estas variables se han dado al mismo tiempo durante la crisis, razón por la que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) considera que es el país desarrollado en el que las diferencias sociales están teniendo más calado.

El informe de la OIT ha analizado los ingresos de los hogares y la merma de su poder adquisitivo durante la crisis. Además de los salarios, se han tenido en cuenta otros parámetros, como el subsidio de desempleo, las transferencias sociales, las pensiones y las ganancias de capital.

Algunos países han podido capear el temporal de la crisis, como los emergentes, por más oportunidades de empleo y más salarios, aunque estos sigan más bajos que los de los países desarrollados. En este grupo estarían Brasil, Rusia o Argentina.

En otros, como Grecia y Portugal, cuyas economías fueron intervenidas por los organismos internacionales, se han reducido las desigualdades por un efecto "aplanamiento" ya que los ingresos han caído más en las rentas más altas que en los hogares con menos renta.

UN DESCENSO PROGRESIVO

Y luego está el caso de España y Estados Unidos, en donde las variaciones de la distribución salarial y la pérdida de empleo "determinaron el 90% del incremento de la desigualdad", según la OIT.

Desde el 2007, cuando se produjo la primera fase de la crisis, los salarios han ido bajando, al tiempo que ha aumentado la productividad, medida en términos del valor de los bienes y servicios que produce un trabajador. Hace siete años, las rentas salariales crecían en torno al 1,1% y el año pasado cayeron el 1,7%. La productividad, según el cálculo de la OIT, ha crecido en torno al 5%.

Este desajuste ha provocado que la participación de los salarios en el PIB sea cada vez más baja mientras aumenta la del capital. Así, los asalariados se benefician en menor medida de la recuperación económica que los que mayoritariamente tienen rentas de capital.

Joaquín Nieto, director de la oficina de la OIT en España, considera que si la economía española se puede permitir mejorar los salarios estos deben subir tanto como permita la productividad.

PROPUESTAS

En países como España donde las rentas salariales suponen en torno al 80% de los ingresos de los hogares, "la desigualdad comienza en el mercado laboral", explicó ayer Rosalía Vázquez-Álvarez, especialista en econometría y salarios de la OIT y una de las autoras del informe.

Aunque el informe reconoce que hay posturas contradictorias sobre si el crecimiento del salario mínimo tiene una repercusión limitada en el empleo y en la reducción de la desigualdad salarial, los autores consideran que hay que usar esta "herramienta política". También destacan el fortalecimiento de políticas impositivas progresivas y sistema de protección social adecuados.

Pero la mejor manera para que la población en edad de trabajar supere la pobreza, asegura el informe, "es contar con un empleo productivo que esté remunerado con un salario justo".