Los espejos tienen una carga metafórica no por evidente menos potente. Es casi un estereotipo esa imagen de una persona observando su reflejo, como tratando de alcanzar algo inaprensible. "Se afeitará después ante un espejo / que no volverá a reflejarlo / y le parecerá que ese rostro / es más inescrutable y más firme / que el alma que lo habita / y que a lo largo de los años lo labra", dejó escrito Borges en su poema El forastero.

Los inversores, precisamente, parecen a veces mirarse en el espejo con una cara en la que se mezclan perplejidad y escrutinio. Ocurre en momentos como el actual, en que la falta de referencias de peso les hacen andar con el pie cambiado, sin saber exactamente si prefieren subir o bajar (léase, comprar o vender).

La jornada empezó mal ayer en Europa tras conocerse en la víspera en Estados Unidos las actas de la última reunión de la Reserva Federal, en la que alguno de sus miembros empezaron a promover por primera vez una subida de los tipos en el país. El mal ambiente se vio reforzado por un mal dato de producción manufacturera en China que reavivó los temores al enfriamiento en su economía.

Sin embargo, dos buenos datos en Estados Unidos (el IPC y el paro semanal) lograron sacar a la mayoría de las bolsas europeas de los números rojos poco antes del cierre. El Ibex 35 subió el 0,08%, a los 10.062,1 puntos, y la prima repuntó ligeramente, a 190 puntos básicos, a pesar de la buena subasta del Tesoro.