En apenas una semana, la crisis sanitaria del coronavirus ha pasado de ser un riesgo relativamente acotado a amenazar de pleno la economía mundial. Prueba de ello es el pánico que se ha apoderado esta semana de los mercados, sin precedentes desde la Gran Recesión: el Ibex 35 ha caído el 11,76% en su peor semana desde mayo del 2010. Las autoridades públicas admiten el impacto, si bien no se atreven todavía a cuantificarlo, pero las entidades privadas han comenzado ya a recortar drásticamente sus previsiones sobre la evolución del PIB. La duda ya no es si la actividad global sufrirá, sino hasta qué punto y por cuánto tiempo.

Hasta el pasado fin de semana, los temores se centraban en China. Con un peso en el PIB mundial de en torno al 15%, cualquier problema en su economía afecta a la actividad mundial. Scope Ratings, por ejemplo, ha reducido su previsión del crecimiento anual para el país del 5,8% al 5%, desde el 6,1% del año pasado. Los inversores, con todo, confiaban en que la enfermedad quedase básicamente circunscrita a sus fronteras. Sin embargo, el virulento crecimiento de los contagios registrado en la última semana en otros países, particularmente en Corea, Irán e Italia, ha disparado el miedo a una pandemia global. "Los temores de recesión mundial continuarán mientras el virus se siga propagando", ha apuntado Esty Dwek, de Natixis.

En los últimos días, Credit Suisse ha rebajado su previsión para el crecimiento mundial de este año del 2,4% al 2,2% y para la eurozona del 0,9% al 0,5%, mientras que Bank of America los ha revisado del 3,1% al 2,8% y del 1% al 0,6%, respectivamente. Es muy posible que las instituciones públicas sigan sus pasos en breve. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) actualizará sus estimaciones este lunes y el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha confirmado que "probablemente" lo hará en abril, desde el 2,9% que calculó en enero para el mundo.

El comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, también ha admitido que habrá un "impacto" en la economía europea que aún es pronto para calcular (su último previsión para la eurozona era del 1,2%). Tanto Bruselas como el FMI y el Gobierno estiman todavía un 1,6% para España, pero Bank of America ya lo ha rebajado al 1,4%.

Impacto global

Los canales de transmisión de la enfermedad a la economía son varios y, como sucede con su afectación a los humanos, provocan su extensión como una mancha de aceite. China es la gran fábrica del mundo, con lo que el freno en su producción afecta al consumo de materias primas y al comercio global de forma directa, pero también vía la falta de suministros para industrias de otras partes del mundo.

Además, el riesgo de contraer el coronavirus en los distintos focos que se van detectando penaliza al transporte, el turismo, la restauración, el ocio y el comercio minorista. Es decir, que el sector servicios -que viene sosteniendo el crecimiento mundial desde mediados del 2018- también sufre las consecuencias. El dinero, en consecuencia, huye de las bolsas en busca de los valores refugio tradicionales: el oro, la deuda alemana y estadounidense, y el franco suizo.

Las autoridades chinas han tomado medidas para mitigar los efectos en la economía y el mercado espera que las europeas y estadounidenses sigan sus pasos, como demuestra la primera caída del euribor desde septiembre. En un primer momento, fue un factor que animó a los inversores, pero ahora hay dudas sobre su efectividad.

"Aunque se han tomado algunas medidas para apoyar la actividad -el gobierno central chino ya ha intervenido con medidas de política monetaria y fiscal-, existe el temor de que no sean suficientes para hacer repuntar la economía. Aún puede contarse con la política monetaria de la Reserva Federal (Fed) y el BCE, pero ambos han adoptado una política expansiva desde hace un tiempo, por lo que les queda poco margen de maniobra", ha acertado a resumir Hans-Jörg Naumer, de Allianz Global Investors.

Dos visiones

¿Estaremos, pues, ante un 'cisne negro' que dará la puntilla al languideciente ciclo expansivo de la economía? El concepto, acuñado por el filósofo Nassim Taleb para definir un acontecimiento raro e inesperado, de gran impacto y solo explicable a posteriori, ha vuelto estos días a aparecer en los informes de los analistas. Básicamente hay dos visiones. "Lo peor está por llegar", ha sostenido Nouriel Roubini, uno de los pocos economistas que predijo la Gran Recesión pero que también se ha equivocado en pronósticos posteriores, esta semana en el 'Financial Times'. "El mundo actual será capaz de buscar una solución y la actividad económica continuará", ha mantenido, en cambio, Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, que prevé una recuperación "en forma de V".

Pedro Nueno, profesor del IESE y director de la escuela de negocio en Shanghái, se alinea con el segundo. "Es creíble que en Italia, donde el coronavirus afecta a una de las zonas más industriales, pueda tener un efecto equivalente a dos puntos del PIB, pero no creo que en España el impacto sea tan pronunciado", sostiene. El economista reconoce, sin embargo, que es difícil precisar el efecto al detalle. Los contenedores que viajan desde China tardan hasta un mes en llegar a España: "Ahora comenzará a verse qué piezas no llegan y cómo puede verse afectada la industria".

También destaca que las empresas chinas han tomado medidas para contrarrestar la situación y que muchas de ellas "no han cerrado y otras que si lo han hecho están volviendo a abrir, con lo que es posible recuperar parte del terreno perdido". La idea predominante es, ciertamente, que el golpe será breve y la actividad mundial comenzará a recuperarse en el segundo semestre. Pero, eso sí, todo pronóstico está sometido a una gran incertidumbre.