Arturo Fernández, presidente de la patronal madrileña CEIM, asegura que todos los cargos que hizo en los restaurantes de su propia empresa a cuenta de la tarjeta opaca de Caja Madrid eran gastos de representación.

En una entrevista en 'Expansión' confirma que no se presentará a las próximas elecciones a la presidencia de CEIM, que convocará para después de las de la CEOE (previstas para diciembre). El empresario afirma califica de "chapuza monumental" el escándalo de las tarjetas b y añade: "Entiendo que la gente esté cabrada, el primer cabreado soy yo". Asegura que cuando le dieron la tarjeta le dijeron que era parte de su retribución, y no que era opaca. "No se me ocurrió (tributar), porque era algo habitual", dice.

Sobre su concuñado, Gerardo Díaz-Ferrán, que se gastó más de 70.000 euros en los restaurantes de Fernández asegura que "era un cliente estupendo", que hacía celebraciones, fiestas y comidas de la CEIM en sus establecimientos.

También justifica las compras realizadas el 31 de diciembre del 2010 en El Corte Inglés, que asciendieron a 8.200 euros: "Serían regalos institucionales de Navidad".