La 13ª edición de la Feria Internacional para la Producción Animal (Figan) ha batido todos sus récords. El salón agropecuario más importante de España y uno de los referentes de toda Europa cerró ayer sus puertas con 70.000 visitantes profesionales, 5.000 más que en la anterior edición del 2015. De esta forma, la Figan más grande que se ha celebrado hasta ahora ha generado un impacto económico en la capital aragonesa de unos 40 millones de euros.

Los organizadores de la feria ya habían avanzado la pasada semana que esta edición podía pasar a la historia. Así lo hacían pensar el aumento del 1,5% en superficie y las 929 firmas expositoras (50 más que en 2015) que durantea cuatro jornadas han exhibido las últimas novedades en maquinaria, equipamiento, tratamientos sanitarios o sistemas de gestión medioambiental.

«Figan refuerza a Zaragoza como capital agroalimentaria del valle del Ebro», destacó ayer el presidente del Ejecutivo autonómico, Javier Lambán, que subrayó que el salón se ha convertido en un referente en el ámbito del conocimiento en el sur de Europa. De hecho, esta edición, en la que se han exhibido cerca de mil animales vivos de 48 razas diferentes, ha contado con 13 innovaciones técnicas y 26 avances tecnológicos, prácticamente el doble que en la anterior,

Todas estas cifras de récord constatan el buen momento en el que se encuentra la industria ganadera, que, aunque no sufrió tanto la crisis como otros sectores, lleva varios años creciendo a muy buen ritmo. Ayer, la mayoría de expositores (de los 929, 387 eran extranjeros y 106 aragoneses) realizaron un balance satisfactorio de su paso por el certamen. «Nos ha ido mejor que en el 2015; vemos que hay más interés por parte de los profesionales y hemos logrado cerrar operaciones en el salón», subrayaron en el estand de la firma de maquinaria agrícola Manitou.

«La gente está con más ganas de invertir; parece que se ha perdido un poco el miedo y también está ayudando que la banca ha abierto el grifo de la financiación», indicó Amable Izquierdo, de la firma leridana de equipamiento industrial BMM. Las mismas buenas sensaciones tenían en la empresa aragonesa Eurogan, dedicada también al equipamiento para instalaciones ganaderas: «Este año se ha visto más alegría y hemos cerrado más operaciones que en la pasada edición».

JORNADA SECTORIAL / La última jornada del certamen acogió la celebración del primer encuentro de Jóvenes Agricultores de Aragón, organizado por la DGA y en el que Lambán insistió en la necesidad de rejuvenecer el campo aragonés, muy envejecido como demuestra la media de edad de los perceptores aragoneses de la PAC: 60-62 años. «Para que se produzca ese relevo generacional las instituciones debemos hacer un esfuerzo muy serio y, en este sentido, los programas de incorporación de jóvenes son fundamentales», dijo Lambán.

Las dos convocatorias de ayudas puestas en marcha por la DGA el año pasado con un presupuesto de 50 millones de euros han puesto de manifiesto que cada vez más jóvenes vuelven a mirar al campo como salida profesional. De hecho, el programa de incorporación de jóvenes recibía antes de la crisis entre 200 y 300 solicitudes, mientras que al último se presentaron más de 700.

En la jornada de ayer participaron muchos de los 475 jóvenes que han visto aprobados este año sus proyectos de incorporación, que coincidieron en reclamar menos trabas administrativas. «Los trámites van muy lentos y el papeleo es un poco farragoso», lamentó Carlos Conte, un joven de Robres que con las ayudas que va a recibir quiere ampliar la granja de porcino familiar.

El belchitano Borja García, de 21 años, también va a apostar por este subsector. «Mi padre es agricultor de cereal y queremos diversificar la actividad», indicó el joven, que subrayó que la mayoría de sus amigos de Belchite se dedican a la agricultura o a la ganadería. «Si no fuera por nosotros muchos pueblos de Aragón acabarían muriendo», sentenció.

La mayoría de los asistentes al encuentro eran hijos y nietos de agricultores. Era el caso de Javier Soler, un joven de Lechón que con las ayudas quiere montar una nave avícola. «Mi padre es cerealista y buscaba algo que me diera trabajo durante todo el año», explicó este aragonés de 23 años, que reconoció que las subvenciones ayudan pero no son la panacea. «Si no tienes una familia que te avale para acceder a un préstamo o una explotación a la que te puedas unir, empezar de cero es imposible porque la inversión es enorme», añadió Soler.

Muchos de los asistentes a la jornada aseguraban apostar por el campo por «vocación», aunque también había quien lo veía como una buena salida en un momento en el que encontrar un empleo digno «es casi imposible». «Yo he trabajado varios años en mantenimiento eólico, pero al final he decidido volver a ser agricultor como mi padre. Esto es como tener una empresa familiar y no aprovecharla», concluyó José Antonio Gimeno.