Tres comentarios dominantes en los corros de opinadores sobre lo que está pasando en bolsa este año y cómo lo va a acabar. El primero, siempre tan presente entre los analistas que todo lo limitan a semanas, meses y años (luego hablan de ciclos) es que el mes pasado los mercados tiraron demasiado al alza y ahora toca correcciones. El segundo, que pase lo que pase este año a punto de cerrar, también tendrán más beneficios los que han optado por la renta variable que los que siguen anclados en la fija.

Y, tercero, que si en Estados Unidos acaba todo el recorrido de tipos de interés de derribo y facilidad de la Reserva Federal por comprar todo papel que lleve el marchamo de activo financiero negociable, en Europa aún se espera que el jueves los rectores del Banco Central Europeo exhiban más balas en la cartuchera, que no en la pistola, para asegurar a los gestores de carteras más conservadores que a final de año podrán disponer de suficientes botes de cosmética para aliviar el mal aspecto de sus balances. De momento, ayer todos los indicadores que tienen peso entre los analistas de inversión presentaban síntomas nada reconfortantes ante el mes más efervescente en las compras de los consumidores.

El indicador que recoge tanto los datos como las percepciones de los responsables de compras de grandes compañías (PMI, en siglas inglesas) de Estados Unidos, China y Alemania arrojan cifras de esperanza de lo que pueda suceder hasta final de año. El Ibex 35 fue preso de esta incertidumbre y cedió el 0,90% hasta los 10.672 puntos.