El 2012 fue un año de absoluta emergencia para España y su sistema financiero. Las dudas globales sobre la banca empujaban al país hacia el abismo y para evitar la caída el Gobierno tomó dos medidas: intervenir Bankia y imponer al sector un saneamiento inmobiliario extraordinario. En el 2013, el negocio de los bancos tampoco fue para tirar cohetes, como es lógico en plena recesión. Pero los beneficios se dispararon gracias a que no tuvieron que repetir esa limpieza excepcional de su ladrillo.

Los cinco mayores bancos privados del país --Santander, BBVA, CaixaBank, Popular y Sabadell-- ganaron el año pasado 7.673 millones de euros, lo que supone un incremento del 321% y más que cuadruplicar sus ganancias del ejercicio anterior (1.821 millones). La comparación se ve un tanto distorsionada porque el Popular ha vuelto a registrar beneficios, tras las fuertes pérdidas (2.461 millones) que sufrió el 2012 por el saneamiento que realizó tras suspender el examen a la banca. Pero excluida esta entidad, el incremento de las otras cuatro sigue siendo muy notable: ganaron el 71% más y casi duplicaron sus ganancias.

Sobre la mejora de los resultados de la banca, con todo, sigue pesando una gran sombra: su negocio sigue languideciendo. El dato que mejor refleja la evolución de su actividad bancaria básica, el margen de intereses (diferencia entre lo que cobran por prestar y lo que dan porque les presten), sufrió el año pasado la enésima caída en la crisis: del 8,8%, hasta 48.764 millones.

La bajada de los tipos oficiales de interés hace que los créditos ya concedidos les den menos rendimiento, una tendencia que solo es compensada parcialmente por la menor retribución de los depósitos. Al no conceder crédito nuevo, además, su volumen de préstamos desciende, acentuando la caída de ingresos.

EL LADO NEGATIVO Si a estas cifras se suman las otras partidas fundamentales del negocio bancario (el resultado de las operaciones financieras, lo ingresos por comisiones, y los costes y gastos), se comprueba que el resultado de explotación de los cinco grandes se situó el año pasado en los 35.966 millones de euros, con una caída del 12,2%.

Las dotaciones a provisiones para hacer frente a pérdidas por los impagos y la pérdida de valor de los activos han seguido siendo importantes: la morosidad sigue al alza como resultado del alto paro y los problemas de las empresas, y el ladrillo se sigue devaluando por la caída del precio de la vivienda.

Han sido, en cualquier caso, menores que las del 2012. La mejora del beneficio responde fundamentalmente a que el año pasado no tuvieron que hacer el esfuerzo que les impuso el Gobierno en el 2012 a través de los conocidos como Reales Decretos Guindos I y II. Aquellas normas obligaron al sector a engordar en 84.000 millones su hucha de provisiones (y de capital, en menor medida) para hacer frente a las pérdidas inmobiliaras.

PERSPECTIVAS Pese a que el negocio sigue cayendo, el fin de la recesión ha hecho proclamar a los principales banqueros que nos encontramos en un cambio de ciclo, lo que les hace albergar la convicción que sus resultados mejoraran de forma notable y creciente a lo largo de los próximos tres ejercicios. Por una parte, preven más actividad económica, que se trasladará a sus balances. Algunos, incluso, pronostican que el crédito volverá a crecer este mismo año, probablemente en el segundo semestre.

Pero además, la mejora de la economía reducirá el incremento de la morosidad, cuyo techo se prevé para finales de este año o principios del próximo, lo que les permitirá destinar menos recursos a la hucha de las provisiones y más a los resultados. Todo ello, en cualquier caso, no está exento de riesgos: por eso presionan tanto al Gobierno para que continúe con las reformas a pesar de su coste social y electoral.