El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dejado seriamente en evidencia al presidente Donald Trump al analizar las consecuencias de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, un conflicto que se ha recrudecido con el veto a Huawei, cuya entrada en vigor se ha retrasado un mínimo de 90 días. Aunque Trump no aparece en el informe de siete páginas presentado ayer en Washington, el FMI cuestiona cada una de las tesis del líder estadounidense, que ha presentado su ofensiva arancelaria como una suerte de maná que está enriqueciendo las arcas públicas de su país y ayudando a requilibrar el déficit comercial con Pekín.

«Los consumidores en EEUU y China están siendo inequívocamente los perdedores de las tensiones comerciales», asegura el documento. «El coste de los ingresos recaudados por los aranceles ha recaído casi completamente en los importadores estadounidenses», añade.

Sus conclusiones están en la misma línea de lo que viene apuntando los expertos estadounidenses, que acusan al presidente de no saber cómo funcionan los rudimentos del comercio internacional. El pasado 10 de mayo, horas después de que su Administración aumentara los aranceles sobre 200.000 millones de dólares en productos importados desde China, Trump se congratuló en las redes del impacto positivo que tendrían para las arcas estadounidenses. «Ahora, China está pagando a EEUU aranceles del 25% sobre 250.000 millones de dólares en bienes y productos. Esos pagos masivos van directamente al Tesoro de EEUU», decía. El problema, como señala el FMI, es que no son los productores chinos los que pagan los sobrecostes arancelarios, sino las compañías estadounidenses que importan el made in China.

«Se ha producido un salto considerable en los precios de importación postarancelarios, en sintonía con la magnitud del arancel», aseguran los analistas del Fondo. El informe afirma que en algunos casos el sobrecoste se ha trasladado a los consumidores, como ha sucedido con el aumento de los precios de las lavadoras, y en otros ha sido absorbido por las compañías estadounidenses, que han visto reducidos sus márgenes de beneficio. En lo que respecta a los productores, los «potenciales ganadores» son aquellas empresas que compiten en sus respectivos mercados contra compañías que se han visto afectadas por los aranceles.

También han salido beneficiados terceros países como México, que ha visto como aumentaba significativamente la demanda desde EEUU a medida que se reducían las importaciones desde China. Lo mismo ha sucedido con Brasil, que ha ocupado el espacio dominante que la soja estadounidense tenía en el mercado chino después de que Pekín contratacara a los aranceles de Trump gravando la leguminosa de EEUU. El análisis del Fondo también disputa que la guerra comercial le esté sirviendo a EEUU para reducir su masivo déficit en los intercambios comerciales con China, uno de los objetivos de la Casa Blanca.

CONSECUENCIAS

Respecto al impacto global, el FMI sostiene que hasta ahora ha sido «relativamente modesto», pero advierte que podría tener serias consecuencias a corto plazo. «La última escalada podría cebarse significativamente con la confianza de las empresas y los mercados, perturbar las cadenas de suministros globales y poner en peligro la esperada recuperación global en el 2019», dice en alusión a ese último paquete de aranceles aprobado por la Casa Blanca este mes. Podría no ser el último porque Trump ha amenazado con gravar al 25% el resto de las importaciones desde China.

La tensión entre los dos países está haciendo mella en los mercados, preocupados por la falta de perspectivas de solución a corto plazo. Las recientes sanciones contra Huawei, de momento suspendidas durante tres meses, han abierto un nuevo frente en la guerra comercial. Quizás más peligroso que el puramente arancelario porque afecta a las cadenas globales de suministros en el sector de las telecomunicaciones, justo cuando ultima el salto al 5G,