La economía española ha dejado atrás la recesión, ya no es una amenaza para el euro y sus costes de financiación se han tornado razonables. La recuperación toma cuerpo e incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado al alza sus previsiones de crecimiento. Pero en el horizonte toma forma un nueva amenaza: la deflación, la caída prolongada de los precios al consumo, que ya asomó en el 2009. El FMI sitúa a España como el país de la eurozona con mayor riesgo de deflación, en una "zona de alto riesgo". Sobre una escala del cero al uno, aparece por encima del 0,6%, superando incluso a la deprimida Grecia.

La caída de los precios puede parecer una bendición para el ciudadano porque le cunde más el dinero, pero es una trampa envenenada para el conjunto de la economía. Los consumidores posponen las compras importantes a expensas de que bajen más los precios; las empresas reducen la producción y recortan empleos por la caída de la demanda, y cuesta más pagar las deudas. Aunque ni España ni la eurozona están todavía ahí, el FMI advierte de las posibles consecuencias de la deflación. "Esto llevaría a que aumenten los tipos de interés reales, se agrave el peso de la deuda y se reduzca el crecimiento", reza el informe presentado ayer en Washington.

MÁS DEVALUACIÓN INTERNA El problema es que España sigue inmersa en un proceso de devaluación interna para mejorar la competitividad. "Donde los salarios y precios todavía tienen que bajar en relación a otros países de la eurozona, posiblemente habrá una mayor deflación y un impacto peor en el crecimiento". Para evitar este escenario, el FMI reiteró que "es necesaria una mayor relajación monetaria, incluyendo medidas no convencionales". El BCE todavía no ha movido ficha, pero su presidente, Mario Draghi, dice estar dispuesto a hacer lo que haga falta para evitar la deflación.

En sintonía con el progreso de la economía mundial, que crecerá este año a un ritmo del 3.6%, seis décimas más que en 2013, el Fondo ha revisado al alza las previsiones sobre España. Para este año pronostica un crecimiento del 0.9%, tres décimas por debajo de la eurozona, y un 1% en 2015, cinco décimas menos. Pero el paro no bajará del 25% hasta el año próximo. "El sur de Europa no puede dar por hechos los ajustes y la recuperación", aseguró el consejero económico, Olivier Blanchard. "Si la inflación en la zona euro sigue siendo muy baja o se torna en deflación, eso hará que la tarea de restaurar la competitividad se torne todavía más difícil".

Para mejorar la competitividad, el Fondo vuelve a pedir a España más reformas y restablecer el crédito bancario. Si volviera a fluir como antes de la crisis, "el crecimiento podría aumentar un 4.7%". El FMI augura que la recuperación seguirá reforzándose, liderada ahora por las economías avanzadas, donde se ha suavizado el ajuste fiscal, ha mejorado la confianza de los inversores y se ha reforzado la salud de los bancos. Entre los emergentes se ralentiza el crecimiento, pero menos de lo esperado.