La economía española crecerá este año más que ninguna otra en el mundo desarrollado, solo igualada por la de Estados Unidos, el país que lidera junto a China la recuperación de la fulgurante crisis provocada por la pandemia de coronavirus. Esas son al menos las previsiones presentadas este martes por el Fondo Monetario Internacional al inicio de su Asamblea de Primavera, en la que constata que la salida del agujero está siendo más rápida de lo esperado, aunque dejará un reguero de desigualdad y un mundo fracturado en varias velocidades. Sus economistas prevén un crecimiento para España del 6,4% este año y un 4,7% en 2022. Buenas noticias sobre el papel, si no fuera porque no recuperará la riqueza previa a la pandemia hasta el 2023 y tendrá más paro que ninguna otra economía avanzada.

Todo son incógnitas en el horizonte inmediato de una crisis económica que fluctúa en función de la situación sanitaria, las oleadas epidemiológicas o la evolución de la campaña de vacunación. “Un alto grado de incertidumbre rodea estas proyecciones”, reconoce el Fondo. “Mucho sigue dependiendo de la carrera entre el virus y las vacunas”. Como ha comprobado el Gobierno, es mal negocio hacer previsiones en estos tiempos, por más necesarias que sean para la elaboración de los Presupuestos. El 9,8% de crecimiento del producto interior bruto (PIB) anticipado para su elaboración se antoja ahora tan lejano que la vicepresidenta Nadia Calviño dejó entrever el lunes que tendrá que ser revisado.

El repunte anticipado por el FMI es, aun así, mejor del previsto por sus propios analistas en enero. Ha crecido medio punto para situarse en el 6,4%, también cinco décimas por encima del consenso de los servicios de análisis recogido por Funcas. Una cifra que de cumplirse situaría el crecimiento nacional dos puntos por encima de la media de la eurozona (4,4%).

El paro continuará aumentando

El punto de partida era nefasto. Un descalabro histórico cercano al 11% del PIB en 2020, acompañado del mayor déficit público del continente y el segundo índice de paro detrás de Grecia. En ese sentido, y pese al acelerón de la actividad esperado para la segunda mitad de este año, el desempleo aumentará más de un punto en 2021 respecto al ejercicio anterior para quedar en el 16,8%, según el FMI, lo que convertirá a España en el país con más parados porcentualmente de Europa. El año que viene bajaría hasta el 15,8%. Y eso que, a ojos de sus analistas, los ertes han servido para prevenir un deterioro todavía mayor de su mercado laboral. “Las pérdidas productivas han sido particularmente grandes para los países que dependen del turismo, las exportaciones de materias primas y aquellos con un margen de respuesta limitado”, asegura el informe presentado esta mañana de forma virtual.

El documento da bríos al optimismo. “La salida de esta crisis sanitaria y económica es cada vez más visible”, sostiene el organismo que dirige Kristalina Georgieva. “El repunte está siendo de media más fuerte del anticipado en todas las regiones” y, a medio plazo, dejará pérdidas menores a las que ocasionó la crisis financiera del 2008. Y es que podría haber sido mucho peor. De no ser por los rescates fiscales sin precedentes adoptados por los gobiernos y las políticas de los bancos centrales, el Fondo calcula que la contracción global hubiera hasta sido tres veces mayor. Es decir, en lugar de evaporarse cerca del 6% de la riqueza mundial en el primer año de la pandemia, podría haber volado el 18%.

Recuperación global

Para este 2021 el Fondo augura un crecimiento global del 6%, medio punto más que a principios de año, que se moderará en 2022 para rondar el 4,4%. China y EEUU son los únicos que recuperarán durante este ejercicio la riqueza previa al inicio de la emergencia sanitaria. En el caso estadounidense, gracias a los masivos paquetes de estímulo aprobados por el Congreso. Pero la recuperación también será muy desigual en función del progreso de la vacuna en cada país, las dimensiones de los rescates fiscales y la mayor o menor dependencia de los sectores más golpeados por la pandemia. El acopio que han hecho los países ricos de las inoculaciones no ayuda a armonizar la recuperación.

El Fondo también subraya que la salida del barro está llamada a incrementar la desigualdad interna porque la crisis ha golpeado particularmente a los jóvenes, las mujeres y los trabajadores peor cualificados, según su análisis. Al mismo tiempo está sirviendo para revertir la reducción de la pobreza extrema. 95 millones de personas más de las previstas antes de la irrupción del virus engrosarán esa intolerable estadística y otros 80 millones más padecerán la inseguridad alimentaria.