La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, pidió ayer al Banco Central Europeo (BCE) que actúe con celeridad contra la baja inflación, que el fondo ve como una gran amenaza para la economía mundial. Lagarde se sumó así al llamamiento realizado esta semana por el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, quien pidió el martes al BCE que tome "todas las medidas necesarias" para prevenir una espiral deflacionista similar a la japonesa.

La deflación o inflación negativa, que conduce a la caída de precios, dificulta tanto el pago de la deuda pública como privada. El FMI considera que un ciclo deflacionista en la zona euro tendría un efecto negativo, por lo que ve necesario actuar con celeridad en ese frente. "Obviamente comparto la opinión de mi economista jefe, o sea que está bien eso de que cuanto antes (actúe el BCE) mejor", afirmó ayer Lagarde en la rueda de prensa en el marco de la reunión conjunta de medio año con el Banco Mundial (BM) que se celebra en Washington.

La titular del FMI evitó criticar al BCE por su decisión de no tomar cartas en el asunto tras su reunión de la semana pasada. "Tenemos un diálogo abierto con las autoridades europeas y sentimos un profundo respeto por el criterio del Banco Central", dijo Lagarde, quien calificó de "esperanzador" que el BCE haya mostrado su disposición a adoptar "medidas no convencionales" contra la baja inflación.

COMPRA DE BONOS El presidente del BCE, Mario Draghi, afirmó la semana pasada que el organismo respaldó de forma "unánime" la idea de explorar nuevas medidas para estimular la inflación, incluida la compra de activos. "Hubo una discusión sobre la compra de bonos, no es algo que dejásemos de lado", afirmó Draghi después de que el BCE decidiese dejar los tipos de interés de referencia en el 0,25%, un mínimo histórico.

El FMI pronosticó esta semana en su informe semestral que la inflación en Europa será del 0,9% este año y el 1,2% el próximo, por debajo del objetivo del 2% del BCE. "Creo que es solo una cuestión de tiempo", indicó ayer Lagarde sobre la posibilidad de que el BCE altere su política monetaria, y eso pese a que Draghi no dio muestras de tener prisa la semana pasada, ni de estar dispuesto a ceder a la presión del fondo. "El FMI ha sido muy generoso con sus sugerencias sobre qué deberíamos de hacer o no hacer (...) Le estamos muy agradecidos", afirmó el ex gobernador del banco central italiano para añadir, a continuación, que "el punto de vista del consejo de gobierno del BCE es, en cierta manera, diferente".

Más allá del fantasma deflacionista en la zona euro, Lagarde dijo ayer que la economía mundial avanza por el buen camino pero insistió en que la recuperación todavía es "muy débil y muy lenta". Lamentó, además, el que todavía haya 200 millones de personas sin trabajo en el mundo y pidió tomar "medidas valientes" para generar un crecimiento "más rápido, más sólido y sostenible".