Pese a haber superado la crisis de la deuda que llegó a cuestionar seriamente el futuro del euro hace tan solo dos años, la eurozona no deja de estar en el centro de las preocupaciones del Fondo Monetario Internacional, ahora por el frenazo del crecimiento y la baja inflación. Su directora gerente, Christine Lagarde, pidió ayer al Banco Central Europeo (BCE) que adopte nuevas medidas expansivas para evitar que el club de los 27 se convierta en un nuevo Japón, una de las pesadillas predilectas de los economistas. Los desvelos por la eurozona contrastan con el análisis que se hace de la economía española. Lagarde le dedicó nuevos piropos a las reformas del Gobierno y al "sacrificio de los ciudadanos".

Como ella misma recordó, España es el único país del euro que ha visto revisadas al alza sus previsiones de crecimiento, estimado este año en un 1,3% del PIB y un 1,8% en 2015. "España es un país donde las reformas, el duro trabajo realizado y los sacrificios de la población han dado frutos", dijo la exministra de Finanzas francesa. "Lo siguiente que nos gustaría ver es cómo bajan los números del paro", añadió antes de que un periodista le preguntara: ¿Y la subida de salarios? "Eso también sería estupendo", apostilló entre sonrisas.

MENSAJE No está claro, sin embargo, si era un mensaje para los empresarios y el Gobierno, empeñados desde el final de la crisis en recortar costes salariales para ganar competitividad. Varios organismos como la OCDE o la Organización Mundial del Trabajo han abogado recientemente por subir los salarios para estimular el consumo.

España no hubiera salido de boca de Lagarde de no ser por las preguntas de los periodistas españoles. Lo que es una buena señal. Su inquietud se centra ahora más allá de los Pirineos, en una Francia con tasas de crecimiento anémico, en una Italia en recesión y una Alemania sin suficiente fuelle para tirar del carro europeo. Basándose en los cálculos de los analistas del FMI, Lagarde afirmó que hay entre un 35% y un 40% de posibilidades de que el continente entre en números rojos.

"No estamos sugiriendo que la eurozona se encamina hacia la recesión, lo que decimos es que hay un riesgo serio de que suceda si no se hace nada". Para evitarlo, Lagarde reclamó más artillería monetaria al BCE y políticas fiscales que fomenten abiertamente el crecimiento. Una de las ideas reflotadas a menudo estos días, pasa por el gasto público infraestructuras para estimular el empleo y la industria, una receta keynesiana dedicada especialmente a Angela Merkel.

"El BCE no puede bajar más los tipos de interés, tiene que ser Alemania la que apueste por una política expansiva porque no tiene déficits y cuenta con margen para hacerlo", dice el profesor de la Escuela de Negocios EAE, Alexandre Muns. "Además de las infraestructuras podría incentivar la subida de los salarios y eso haría que los alemanes compren más productos de sus socios de la eurozona".

A principios de mes, el presidente del BCE anunció una nueva vuelta de tuerca para inyectar dinero en el sistema y tratar de reactivar el crédito bancario, uno de los principales motivos que están lastrando la recuperación europea, según el FMI.

CRECIMIENTO Mario Draghi se comprometió a aumentar el balance del banco mediante la compra de títulos hipotecarios y valores respaldados por activos, algo parecido a lo que hizo en su día el Banco de Inglaterra. Desde hace algún tiempo cobra además a los bancos por apalancar su dinero en el ECB, de modo que no le quedan demasiados conejos en la chistera para seguir para seguir estimulando la economía.

"Sin reformas estructurales, la recuperación económica no será posible", dijo ayer Draghi durante un coloquio en el Brookings Institute de Washington, a donde ha viajado para participar en la asamblea bianual del FMI.

Como viene haciendo desde hace algún tiempo, el italiano insistió que las políticas monetarias por sí solas son incapaces de tirar del crecimiento e instó a los estados a que tomen decisiones sin dilación, sin esperar a que lleguen "los buenos tiempos".

"En pocas palabras, no veo ninguna manera de salir de esta crisis a menos que generemos más confianza en el potencial futuro de nuestras economías", afirmó Draghi.

Sobre la nube europea pesa también la incipiente guerra de sanciones comerciales con Rusia, desatada a raíz de sus injerencia política y militar en Ucrania. "El muy modesto crecimiento de la eurozona en nuestra previsión para el año próximo es atribuible parcialmente, pero solo parcialmente, a los riesgos sociopolíticos que apreciamos en esa parte del mundo", aseguró Lagarde.