La desaceleración del crecimiento mundial va a más. Así lo percibe el Fondo Monetario Internacional (FMI) en sus nuevas previsiones mundiales, presentadas ayer en la tradicional reunión anual en Davos (Suiza) del Foro Económico Mundial (WEF por su sigla en inglés). El FMI vuelve a empeorar sus perspectivas mundiales -después de haberlo hecho en octubre- y ahora rebaja el crecimiento de la economía mundial previsto para este año al 3,5%, dos décimas menos de lo estimado hace solo tres meses, y advierte de que un recrudecimiento de la guerra comercial, un brexit abrupto o un frenazo mayor en la economía China pueden ensombrecer aún más las perspectivas. Para el 2020 la previsión se ha rebajado una décima, al 3,6%.

De momento, la actual revisión a la baja es fruto de un empeoramiento de las expectativas tanto en el bloque de las economías desarrolladas (una décima menos para el 2019, hasta el 2%), como de los países emergentes (dos décimas menos que en octubre, hasta el 4,5%), lastrados sobre todo por las contracciones de Turquía y Argentina. «La revisión es modesta; sin embargo creemos que los riesgos más significativos a la baja son crecientes», admitió Gita Gopinath, la economista jefe del FMI.

En el bloque de las economías desarrolladas pesa, sobre todo, el empeoramiento de tres décimas en la previsión de la zona euro para el 2019 (hasta el 1,6%), lastrado sobre todo por un menor crecimiento en Alemania (seis décimas menos, hasta el 1,3%) cuya industria automovilística acusa las nuevas especificaciones para evitar emisiones. Las previsiones también se han revisado para Italia (0,6%) y Francia (1,5%).

Mientras, el FMI mantiene para España su previsión de otoño, del 2,2%, coincidente con la última del Gobierno español, y del 1,9% para el 2020. Así, España seguirá liderando el crecimiento entre las cuatro grandes economías de la zona euro. Para EEUU se mantiene una previsión del 2,5% y el 1,8% para este año y el próximo mientras que las perspectivas para Japón mejoran dos décimas hasta el 1,1% y el 0,5%.

«Después de dos años de sólida expansión, la economía mundial está creciendo más despacio de lo esperado y los riesgos están creciendo» afirmó la directora gerente del FMI, Christine Lagarde en Davos. «¿Significa eso que la recesión está a la vuelta de la esquina? No. Pero los riesgos de un mayor declive en el crecimiento global han crecido», añadió.

Esta incertidumbre también parece instalada entre los directivos de las grandes empresas, según la encuesta realizada entre 1.378 de ellos en todo el mundo por la consultora PWC y presentada ayer en el Foro de Davos. Solo un 42% de los 1.378 directivos consultados espera que mejore la economía este año, mientras que en la encuesta del 2018 ese porcentaje fue el 57%.

«ESTAD PREPARADOS»

En definitiva, las claves de los riesgos mundiales reside -según el FMI- en cómo evolucionen las negociaciones comerciales y en el rumbo que puedan tomar las condiciones financieras en los próximos meses a partir de las decisiones de los bancos centrales sobre los tipos de interés. Las nuevas perspectivas del FMI parten de un precio del barril de petróleo en el entorno de los 60 dólares para este año y el próximo, por debajo de los 69 y los 66 dólares que se anticipaban en octubre.

En este sentido, el FMI cuenta con que las menores tensiones inflacionistas y el debilitamiento del crecimiento llevan una menor tensión a las autoridades monetarias para futuras subidas de los tipos En este contexto de elevada incertidumbre, «la principal prioridad para los países es resolver de forma rápida y cooperativa sus diferencias comerciales y la incertidumbre política, en lugar de levantar más barreras comerciales y desestabilizar una economía global que ya se está ralentizado», opinó la economista jefe del FMI.

En el terreno de las políticas nacionales, «van a ser necesarios más esfuerzos por parte de los Gobiernos», dijo Lagarde, quien lanzó este mensaje a los legisladores: «Solucionad las vulnerabilidades y estad preparados si se materializa una caída del crecimiento». La gerente del FMI abogó por un crecimiento que debe ser «resiliente, inclusivo y colaborativo».