Corre el año 2034 y eres dos décadas más viejo. Hace tiempo que tuviste que abandonar tu modo de vida en la ciudad. A pesar de haber estudiado tres carreras, te fue imposible encontrar un empleo digno y pensaste que la mejor opción era marcharte al campo y vivir en una casa autoinstalable. Te ayudó a pagarla tu padre, que siempre te recuerda que fue el último cartero de España, mientras se queja de que su pensión ha sido recortada más del 80%. Ahora todo el servicio postal lo realizan drones (vehículos aéreos no tripulados). A ti no te interesa la política. Vives tranquilo en tu finca y tienes acceso ilimitado a libros, películas y series de televisión. Aunque ya casi ningún creador cobra por su obra, no cesan de producir contenidos. Menudo chollo.

Con una hectárea y mil metros de invernadero se alcanza el nivel óptimo de supervivencia. Da para comer todo el año y genera el excedente necesario para intercambiarlo por otros productos imprescindibles. Tú ofreces tomate rosa y demandas placas solares. Hay un mercado global con una única moneda controlada por el consorcio Google-Amazon-Apple. No hay tasas porque casi no queda Estado. Ni carreteras, ni escuelas, ni hospitales. El consorcio, con sus algoritmos, redes y drones, se lleva su comisión cuando envías los tomates y punto.

No quedan funcionarios ni políticos. No hacen falta. Los drones tampoco necesitan sindicatos y trabajan sin parar. Lo han sustituido todo: bomberos, control de tráfico, recogida de basura, transporte... Luego vinieron los periodistas, los abogados, los contables- Y el punto de inflexión fue cuando los controladores de drones fueron sustituidos por otros drones.

Tu padre te recuerda que al principio hubo quien advirtió de que todo avance tecnológico es positivo si cuenta con una energía opuesta que reequilibre y redistribuya fuerzas. "Impuestos, política y leyes", lo llamaban. Pero en el 2034 son palabras tabúes que ni siquiera aparecen en la wikipedia.