El invierno más crudo se ha impuesto en la industria del motor de Norteamérica. General Motors ha anunciado un plan para suspender la producción de vehículos en cinco fábricas de EEUU y Canadá y otras dos en el resto del mundo, un parón que irá acompañado con el despido de miles de trabajadores. La compañía de Detroit pretende descontinuar la fabricación de varios modelos de berlina para concentrar sus inversiones en los coches eléctricos y autónomos, un cambio de estrategia que ha justificado por la caída de las ventas de algunos de sus vehículos y las nuevas preferencias de los consumidores. Los recortes del mayor fabricante automotriz de EEUU se suman a los anunciados en los últimos meses por Ford y Chrysler.

Los inversores han saludado la masiva reestructuración de General Motors, la más profunda desde que la compañía emergió de la bancarrota hace una década. Sus acciones se han apreciado en la bolsa neoyorquina tras presentar el plan con el que pretende ahorrar 6.000 millones de dólares de aquí a 2020. El ahorro irá acompañado de una profunda transformación para alejarse de las tecnologías y los gustos que han dominado las carreteras estadounidenses en el último medio siglo y adaptarse a las tendencias que anticipa el futuro inmediato. Modelos como el Buick LaCrosse, el Chevrolet Impala o el Cadillac CT6 dejarán de producirse, mientras la fabricación del Chevy Cruze o el híbrido Chevy Volt se trasladará a México.

La demanda de los vehículos más tradicionales ha caído sensiblemente mientras crecía la de los monovolúmenes y furgonetas. A lo que hay que sumar la pujanza de los coches eléctricos y la nueva frontera abierta por los vehículos sin conductor. «La industria está cambiando muy rápidamente», ha dicho la consejera delegada de GM, Mary Barra. «Queremos asegurarnos de que estamos bien posicionados. Pensamos que es apropiado hacerlo ahora que la compañía es fuerte y la economía va bien».