La absorción de CEISS (fusión de las cajas Duero y España) por la malagueña Unicaja pende de un hilo: depende de que un número notable de pequeños inversores que compraron preferentes y deuda subordinada de la entidad castellana acepten el canje que les ofrece la andaluza antes del 20 de enero. De lo contrario, el Gobierno se verá obligado a nacionalizar el banco, una posibilidad que el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancario (FROB) quiere evitar a toda costa.

Unicaja quiere que el 75% de quienes tienen 1.159 millones de euros en estos títulos (sufrieron una quita de en torno al 20% frente a su inversión inicial) acepten el canje, aunque se reserva aceptar un porcentaje final menor. De momento lo han aceptado el 50%: prácticamente todos los grandes inversores y una parte de los pequeños. Pero el FROB necesita que al menos la mitad del resto de pequeños inversores, por unos 290 millones de inversión, den también su sí la semana que viene.

De lo contrario, el FROB transformará en acciones los 609 millones de euros en bonos convertibles que prestó a CEISS para recapitalizarla, lo que le daría una participación del 50% en la entidad, que quedaría nacionalizada y gestionada por el FROB hasta su futura venta.

Fuentes del fondo descartaron tener que inyectarle más capital en tal circunstancia. En cualquier caso, apostaron porque la oferta de Unicaja tenga éxito. El canje supone una quita para quienes lo acepten pero, subrayaron, una buena parte de los 31.800 pequeños inversores, más del 60% del total, podrán recuperar toda su inversión gracias a una especie de mecanismo de arbitraje dispuesto por el FROB (al que le costará algo más de 300 millones de euros si la fusión se produce). El resto sufriría una quita (61,4% en las preferentes y 36,7% en las subordinadas), pero sería menor que en caso de nacionalización.