Diez años después del estallido de la crisis, la banca sigue tratando de deshacerse de la pesada mochila de ladrillos que esta le dejó, como demuestra la puesta en venta por parte de Bankia de más de 2.000 inmuebles con descuentos de hasta el 40% la semana pasada. Gracias a estas rebajas, las entidades han logrado reducir sus activos inmobiliarios adjudicados, los recibidos por el impago de los créditos, el 39,5% desde el máximo de 96.000 millones de euros de junio del 2012 a los 58.000 millones del cierre del 2017. Pese a esta mejora, el sector todavía va a seguir ofreciendo importantes descuentos durante los próximos dos o tres años, según estiman los expertos.

La agencia de calificación Fitch apuntaba hace unos días que los activos, por otra parte de «baja calidad», continuarán «sufriendo grandes depreciaciones» a medio plazo debido a que el exceso de oferta «solo se está absorbiendo gradualmente», con un estoc sin vender que permanecerá por encima de las 400.000 unidades durante los próximos dos años. A ello se suma, añadía, los crecientes problemas de los ciudadanos para poder adquirir un inmueble: los salarios han subido menos del 1% entre el 2014 y el 2017, frente al alza del 18,3% de los precios.

«Eliminar un estoc como el acumulado es difícil. De hecho, ahí está la Sareb, que desde su origen cuenta con un calendario aproximado de 15 años para desinvertir los activos. La parte más importante se ha colocado y este resto más complicado se colocará fundamentalmente en los próximos dos o tres años. Aun así, quedará una parte que tendrá que reconvertirse de algún modo. Se trata de suelo y propiedad en localizaciones más complicadas de colocar», abunda Santiago Carbó, catedrático de Economía del CUNEF (Colegio Universitario de Estudios Financieros) y director de Estudios Financieros de Funcas.

Entre los fondos de inversión que compran estos activos hay «cierta preocupación», como señala José María Montalvo, catedrático de economía. Estas firmas temen que el encarecimiento de la vivienda haya motivado que los precios estén alcanzado «el nivel máximo asumible por las familias». Además, está por ver el efecto sobre los precios que tendrá la salida al mercado de los grandes paquetes de activos traspasados por los grandes bancos (Santander, BBVA, CaixaBank y Sabadell) a fondos (que luego los venden y alquilan con rentabilidades de entorno al 15%).

Las entidades están vendiendo los activos con descuentos del 64% respecto a su tasación inicial (según Fitch) y de un 40% respecto al valor en libros al que los tienen contabilizados tras asumir su depreciación. Eso sí, las rebajas son muy diferentes según el tipo de comprador. Las grandes carteras de activos problemáticos se traspasan con rebajas medias de entre el 60% y el 70%. En cambio, la venta a particulares se realiza con rebajas muy inferiores, aunque puntualmente se lancen campañas como la de Bankia.

Les resulta más rentable a los bancos vender los activos uno por uno. Las provisiones que las autoridades les han forzado a reservar hacen que puedan desprenderse de ellos con rebajas de entre el 40% y el 50% sin sufrir pérdidas, con lo que un descuento menor les supone plusvalías. Sin embargo, los reguladores y supervisores les presionan para acelerar el proceso. De ahí que la venta de esos grandes paquetes haya pasado de los 51.000 millones del año pasado a cerca de 80.000 millones en lo que va de este.

Las autoridades tienen «especial interés» en que las entidades se deshagan de estos activos, como recalcó el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández. Por un lado, absorben recursos humanos y económicos. Por otro, generan incertidumbre sobre la calidad de los activos, lo que encarece su financiación. Ambos efectos combinados disminuyen su capacidad de dar créditos.