La gran reforma de la eurozona nació con el objetivo de corregir los defectos estructurales destapados por la última gran crisis económica y blindar de una vez por todas el sistema financiero europeo y la moneda única. Un año después, los ambiciosos planes -que incluían un superministro y un Presupuesto para la eurozona, un fondo de garantía de depósitos o hasta un fondo monetario europeo- han perdido fuelle por el freno constante de los países del norte.

Los ministros de economía y finanzas de la zona euro se han contentado con sacar adelante una reforma de mínimos con la que responder a futuras crisis y que los líderes europeos deberán avalar la próxima semana. El pacto fue posible tras 18 horas de intensas negociaciones y una larga noche de trabajo de por medio para limar los muchos flecos sobre la mesa que quedaron arreglados al filo de las 8 de la mañana de ayer. «No hemos dado pasos de gigante pero sí algunos pasos significativos en un largo camino», resumió un decepcionado comisario de asuntos económicos, Pierre Moscovici.

«Ha sido una negociación muy dura pero el resultado es un gran avance en algunos temas clave», corroboró el presidente del Eurogrupo, Mario Centeno, que debía comunicar al presidente de la UE, Donald Tusk, el resultado de los trabajos de cara a la cumbre de la eurozona prevista para el 13 y 14 de diciembre.

Los dos principales elementos sobre los que se cimenta el acuerdo son el refuerzo de las competencias del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) y la red de seguridad de la unión bancaria. El mecanismo no será rebautizado con el ambicioso nombre de Fondo Monetario Europeo, pero el acuerdo recoge que tendrá un mayor peso en la supervisión económica de los países y en la gestión de los rescates bancarios. Además, podrá conceder líneas de crédito preventivas a los países en dificultades, siempre y cuánto cumplan las reglas, sin necesidad de que soliciten un rescate y se podrán introducir claúsulas de acción colectiva en el marco de procedimientos de reestructuración de deuda.

EN MANOS DE LOS LÍDERES

Queda en la recámara la creación de un Presupuesto para la eurozona y un Fondo Europeo de Garantía de Depósitos (EDIS en inglés), dos iniciativas que siguen generando grandes discrepancias, especialmente entre los países de la llamada liga hanseática de la que forman parte Holanda, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Estonia, Letonia, Lituania, Irlanda, República checa y Eslovaquia. El Fondo Único de Resolución Bancaria estará disponible a partir del 2024.

La iniciativa no ha muerto pero serán los líderes de la UE los que tendrán que posicionarse y dar un posible mandato al Eurogrupo para que empiece a trabajar en el diseño de una capacidad presupuestaria dentro del presupuesto de la UE para mejorar la convergencia y la competitividad. París reclama que ese presupuesto tenga una función estabilizadora. Holanda se resiste férreamente. «Es la clave. Lo necesitamos para afrontar algunos desequilibrios», recordaba este lunes el comisario Moscovici, principal defensor de la idea junto con Francia.