Grecia ha vuelto a convertirse en un problema para los inversores. El origen de la crisis del euro en el año 2010 vuelve a aparecer como un problema para los mercados. Las especulaciones sobre un posible tercer rescate se alternan con las de elecciones anticipadas en el país. Y para acabar de completar el cuadro, el Banco Central Europeo (BCE) ha decicidido reducir los recortes que aplica a los bonos soberanos griegos y a los bonos bancarios garantizados por el Gobierno heleno cuando sean utilizados como garantía para obtener financiación.

La combinación de esos elementos ha tenido efectos negativos drásticos tanto en la bolsa de Atenas como en la deuda pública helena hasta el punto de que el ministro griego de Finanzas, Gikas Hardúvelis, calificó ayer de "exageradas" las reacciones de los mercados que han puesto en las últimas semanas bajo presión al bono griego, que se ha situadó al borde del 9%. "Muchas veces los mercados están nerviosos y exageran en sus reacciones. El clima que ha surgido en los últimos días no refleja el potencial de la economía griega ni sus perspectivas", dijo Hardúvelis en el Parlamento griego.

Las autoridades griegas se afanan en divulgar públicamente que el país es un ejemplo de ajuste fiscal y de cambio estructural y "digno miembro de la zona euro", y que ha demostrado que está "embarcado en un camino hacia el crecimiento".

No despejan dudas, lógicamente, sobre el resultado que arrojarán los bancos griegos en los test de estrés de la banca europea, cuyos resultados se conocerán a final de mes. La agencia Fitch destacó el miércoles que esos bancos pueden mostrar carencias en las pruebas.