Las bolsas cerraron ayer su peor semana en más de dos años por la incertidumbre política en Grecia y el imparable abaratamiento del petróleo. El Ibex 35 cayó el 2,75%, hasta los 10.145 puntos, con lo que acumuló un descenso en las últimas cinco sesiones del 6,93%, el mayor desde junio del 2012.

El futuro griego, epicentro de la crisis del euro, ha vuelto al primer plano de los temores de los inversores después de que su Gobierno decidiese adelantar una votación (la del nombramiento del presidente de la república) para la que, por ahora, no cuenta con votos suficientes.

REVISIÓN A LA BAJA

Si la pierde, tendrá que convocar elecciones y el partido de izquierdas Syriza, muy crítico con las condiciones del rescate al país, podría resultar ganador. Un escenario que preocupa en los mercados y que podría condicionar la compra de deuda pública que estudia el Banco Central Europeo (BCE).

También se ha dejado sentir la imparable caída del precio del crudo: el barril de Brent, de referencia en Europa, bajó ayer hasta los 62 dólares (se ha abaratado casi un 50% desde junio), su menor nivel desde julio del 2009. La Agencia Internacional de la Energía recortó por cuarta vez en cinco meses su previsión de consumo mundial de crudo para el año que viene.

EFECTOS POSITIVOS

Este descenso tiene efectos positivos en la economía, pues abarata los costes de producción y los gastos domésticos, pero perjudica a las empresas ligadas al petróleo y el gas, así como a las que tienen negocios en países productores y emergentes, pues abarata sus divisas. El rublo ruso, por ejemplo, está en mínimos históricos, ya que dos terceras partes de las exportaciones del país son de esas materias primas.

La prima de riesgo cerró la semana en los 124 puntos básicos, pero más por la buena evolución del bono alemán (como valor refugio) que por mala del español.