Tras el fuerte crecimiento registrado el año pasado, Lobe se consolida aún más como la principal constructora aragonesa. La facturación del grupo subió un 20% en el 2017 hasta alcanzar los 60 millones de euros y encadena varios años creciendo a este ritmo. El 2018 no será una excepción. «Prevemos alcanzar los 80 millones de euros de cifra de negocio y rondar los 8,5 millones de beneficio antes de impuestos, frente a los 7,2 del 2017», subrayó ayer a este diario el director general de Lobe, Juan Carlos Bandrés, tras participar en la convención anual del grupo.

La compañía aragonesa, que el año pasado celebró su 30 aniversario, tiene actualmente unos 1.500 pisos en marcha con un volumen de negocio gestionado próximo a los 335 millones de euros. «El 60% de ellas están en Zaragoza, el 30% en Madrid y el resto en Valencia», indicó Bandrés, que destacó que casi un 80% de estas viviendas ya están vendidas, constatando el regreso de las compras sobre plano y la recuperación del sector residencial.

El fuerte crecimiento se ha visto reflejado en la plantilla. El grupo, que apuesta fuerte por las viviendas Passivhaus, cuenta con 100 empleados directos (la mayoría en Zaragoza), frente a los 59 del 2015 y los 41 del 2014. Sus oficinas centrales están en el polígono Alcalde Caballero.