A veces me cuesta explicar a mi familia a qué me dedico y he pensado que podría intentarlo a través de esta columna. Michael Porter define un cluster como "una concentración geográfica de empresas, proveedores especializados e instituciones conexas, en un particular campo o sector, que están presente en un país o región". Pero ¿para qué sirve un instrumento como un cluster? En el mundo empresarial existen una serie de gaps o brechas que impiden el correcto funcionamiento entre los distintos agentes económicos. Nuestro cometido como clusters es tender puentes para salvar esos obstáculos.

Por ejemplo, siempre se habla de falta de entendimiento en el mundo de la investigación, parece que las empresas hablan un idioma distinto al de la universidad. Los clusters somos esos traductores que acercan la realidad empresarial donde más puede ayudarles el sistema de innovación. Ocurre lo mismo con la formación: las necesidades de las empresas, con sus continuos avances tecnológicos, o no son cubiertas por el sistema o cuesta mucho resolverlas de manera individual. Los clusters agrupamos esas demandas específicas y diseñamos, con las empresas, actuaciones que cubren la brecha.

Cuando hablamos de financiación, los clusters podemos acercar el capital a nuestras empresas, para el lanzamiento de nuevos negocios o para apuntalar necesidades de reinversión. Las entidades financieras ven a los clusters como un canal donde apoyarse a la hora de buscar proyectos de garantía. Asimismo, es casi imposible que la administración regional pueda hablar directamente con las casi 90.000 empresas que hay en Aragón: los clusters podemos acercar la realidad empresarial y colaborar en proyectos que beneficien a las dos partes.

Finalmente, las empresas de un mismo territorio deben conocerse más si quieren competir con garantías en este mundo globalizado y los clusters pueden generar ese marco de confianza donde poner en marcha proyectos de colaboración.