El primer ministro italiano, Matteo Renzi, ha logrado el empeño particular de reunir el miércoles en Milán a un representativo grupo de jefes de Estado para buscar solución al acuciante problema de paro, especialmente juvenil, que lastra Europa. La cumbre, que pendió del hilo en algunos momentos, ha alcanzado cierto empaque al contar con la presencia de la cancillera alemana, Angela Merkel, el presidente francés, Françoise Hollande, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y el propio anfitrión, el primer ministro italiano. El principal ausente es David Cameron, primer ministro británico.

Mientras planean muchas dudas sobre las medidas concretas que puedan salir del encuentro, lo que todo el mundo da por hecho es que la reunión se va a convertir en una plataforma de debate sobre cómo incentivar el crecimiento en una zona euro amenazada nuevamente por la recesión. Un debate con dos posturas en las antípodas; la de incentivar el crecimiento y el empleo a base de inversión resquebrajando o, cuanto menos, flexibilizando, los objetivos de déficit establecidos por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento --con Francia e Italia como máximos exponentes-- o la de defender la receta de las reformas estructurales y la austeridad a rajatabla, con la cancillera alemana Angela Merkel a la cabeza.

DEBILIDAD ECONÓMICA EN FRANCIA

Cada mandatario llega a Milán en una situación diferente. El más cuestionado y vulnerable en este momento es el presidente francés, Françoise Hollande, cuyo Gobierno ya ha reconocido que prevé un déficit del 4,3%, muy lejos del 3% requerido y que no logrará antes del 2017. La Comisión Europea, que se encuentra a puertas de valorar los presupuestos de los Estados, podría apuntar serias modificaciones en el caso francés.

Renzi se presenta con una controvertida reforma laboral bajo el brazo que, a punto de aprobarse en Italia, le permite demostrar su intención ante Bruselas de llevar a cabo reformas estructurales de calado que pretende combinar con incentivos al desarrollo.

España, por su parte, pese a tener un porcentaje de paro juvenil que supera el 50%, llega a Milán como el alumno que ha hecho correctamente los deberes de las reformas estructurales y que está, por ello, recogiendo sus frutos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que España sea el país de la zona euro que más crezca el año que viene.

Alemania, por su parte, que no quiere ni oír hablar de más flexibilidad, ve, sin embargo, cómo su economía, motor de Europa, está disminuyendo paulatinamente su potencia.