La industria aragonesa afronta un futuro complicado después de atravesar seis años de destrucción de tejido empresarial por los efectos de la crisis económica. Una travesía por el desierto que se traduce, desde el 2008, en la pérdida de unos 43.000 ocupados aragoneses solo en este sector. No en vano, y según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), es la actividad donde más ha caído el empleo. Y las expectativas no son excesivamente halagüeñas, salvo en la automoción, que parece salir reforzado del bache sufrido. El todavía débil flujo del crédito hacia las empresas, la necesidad de apuntalar la formación entre los trabajadores de la industria y la crisis de consumo se han convertido en los grandes hándicaps de un sector estratégico para la comunidad, que supone más del 23% del Producto Interior Bruto (PIB). Pero, sin duda, el último gran lastre para el desarrollo de las empresas industriales es el incremento del coste de la energía.

Este factor ha disparado todas las alarmas entre las compañías intensivas en consumo energético. El hecho de que en General Motors --el gran pulmón industrial de la comunidad-- el incremento del gasto en esta partida haya anulado prácticamente todos los esfuerzos realizados en lo relativo a los ajustes salariales es, sin duda, una muy mala noticia. Otro ejemplo. En Saica, la empresa aragonesa de mayor facturación, el coste de la energía ya es superior al coste salarial. Este es un hecho que no pasa desapercibido para las empresas que están instaladas ya en la comunidad o que podrían estar interesadas en ubicarse en Aragón. "El coste de la energía ahuyenta a los inversores hasta el punto de que hay estudios que señalan que el sur de Francia ya es más competitivo para producir que España", subraya Arcéiz.

LA CARA

Dadas las circunstancias, a estas alturas, solo el sector del autómovil parece sacar músculo al abrigo de la adjudicación de un buen número de nuevos modelos a las factorías españolas. El ejemplo más cercano es el de la factoría de Opel en Figueruelas que se ha convertido en la gran esperanza de la recuperación industrial en la comunidad. La adjudicación de dos nuevos modelos como el Mokka y el Citröen C3 Picasso y el lanzamiento de otros dos (el Corsa este año y el Meriva en el 2016 ha abierto las puertas del optimismo, ya no solo en la fábrica de Opel sino también en todas las empresas auxiliares del sector, que, en estos momentos, todavía están afectados por expedientes de regulación de empleo (ERE).

Los secretarios generales del Metal de UGT y de CCOO en Aragón, José Juan Arcéiz y Ana Sánchez, respectivamente, apuntan que el incremento de la carga de trabajo a partir del segundo semestre de este año servirá para tapar esos ajustes actuales, aunque a medio plazo (en el 2015 y 2016) sí que se traducirán en la creación de puestos de trabajo. "Ahora, excepto la automoción, el resto del sector industrial está sufriendo un parón espectacular", afirma Arcéiz.

Otro de los vectores positivos de la industria hay que buscarlo en la producción de electrodomésticos (plantas de BSH Electrodomésticos de Zaragoza) y en la agroindustria que mantiene el pulso a pesar de algunos cierres concretos, principalmente en la provincia de Teruel.

GOTEO DE CIERRES

Además, la apuesta por el mercado exterior ha permitido a las empresas más afortunadas salvarse de la quema y compensar el desplome nacional. Otras, sin embargo, no han tenido la capacidad (ni la financiación) para poder exportar. Así, el goteo de cierres ha sido continuo desde el estallido de la crisis. La federación del Metal de UGT estima que desde el año 2008 han bajado la persiana en Aragón en torno a 3.000 pymes y que se han perdido unos 20.000 empleos solo en los subsectores del metal, la madera y la industria derivada de la construcción. "Por no hablar de los miles de expedientes de suspensión que se han presentado desde el comienzo de la crisis", apunta Arcéiz, que recuerda que el 85% de las firmas industriales de la comunidad solo emplean entre 3 y 5 trabajadores.

La pérdida de tejido productivo en este sector preocupa especialmente a los sindicatos, ya que consideran que es el que genera los puestos de trabajo "de mayor calidad", tal y como subraya el secretario de Empleo de CCOO, Juan Carlos Cantín: "La inversión en innovación y tecnología siempre es mayor en la industria, por eso los proyectos son a más largo plazo y los empleados tienen una mayor especialización". En este mismo sentido se manifiesta Arcéiz, que añade que el sector es una fuente de puestos de trabajo indirectos. "Se estima que por cada empleo industrial se generan entre 2 y 3 inducidos, así que sus efectos son mucho más positivos para la economía de un territorio", destaca.

Lo que más inquieta a los sindicatos es que la pérdida de puestos de trabajo continuó durante el 2013, más de cinco años después del inicio de la crisis (ver gráfico). "Los primeros meses del pasado ejercicio fueron dramáticos", lamenta Arcéiz, que critica la "pasividad" del Ejecutivo autonómico. "La DGA no ha hecho nada por parar esta sangría; la consejería de Industria es la que menos presupuesto tiene, lo que deja bien a las claras su apuesta en esta materia", concluye.

LAS PALABRAS DEL FORO

Si las palabras pronunciadas esta semana por el comisario europeo de Industria, Antonio Tajani, son ciertas, es posible que todavía tenga una oportunidad la industria regional, nacional y europea. Además, recordó que el sector será una pieza clave no solo para el desarrollo económico del viejo continente, sino también como aval para mantener el actual Estado del bienestar.

Aragón, en este contexto, tiene un peso industrial respecto a su producto interior bruto (PIB) por encima de la media nacional y europea (15,9% en Europa frente al 21% en la comunidad), pero ha sufrido un auténtico tsunami a raíz de la crisis financiera. Sin embargo, sigue siendo uno de los sectores estratégicos, aunque será necesario apuntalar.