El sector del automóvil en Aragón va viento en popa. Superado el trance que supuso hace tres meses la negociación del nuevo convenio de Opel España, que puso en un brete el futuro del principal motor económico de la comunidad, las empresas vinculadas a las cuatro ruedas auguran un 2018 plagado de buenas noticias e inversiones. Eso sí, en un mercado nada fácil donde la competencia es global y se mide casi a diario. Este favorable pronóstico se traducirá en la creación de unos 1.500 empleos, al menos, en las 66 compañías asociadas al Clúster de Automoción de Aragón (CAAR), que aglutina en torno al 50% de la industria. Supondrá un incremento del 10% sobre los 10.575 trabajadores con que cuentan actualmente.

Si se cumple la estimación, las empresas del clúster darán continuidad al positivo balance con que cerraron el 2017, un ejercicio en el que alcanzaron una facturación conjunta de 2.300 millones de euros y realizaron inversiones por valor de 120 millones de euros, además de crear 1.575 nuevos puestos de trabajo -casi el doble de los que estaban previstos-, con lo que superaron por primera vez la cifra global de los 10.000 empleos.

La previsión de ventas para el 2018 apunta a un crecimiento del 8%, con lo que se acercarán a un volumen de negocio de 2.500 millones, mientras que la inversión conjunta de este grupo de empresas rondará los 125 millones de euros. Esta pujanza responde, principalmente, a la buena marcha de la planta automovilística de Opel en Figueruelas, que este año espera incrementar notablemente la producción, según explicaron ayer el presidente y el gerente del CAAR, Benito Tesier y David Romeral, durante la presentación en rueda de prensa de los actos del décimo aniversario de la organización.

«Hay que mirar al futuro, ser capaces de anticiparnos a los cambios y estar a la altura de las revoluciones que se van a producir», aseguró Teiser, quien auguró que el sector va a experimentar en los próximos años «un cambio de era» que no solo afecta a la tecnología del propio automóvil, sino al concepto mismo de la movilidad por el auge de modelos como el coche compartido. A pesar de todo, destacó que los fabricantes aragoneses encaran este reto desde una «posición positiva» por haber demostrado que tienen «músculo», son competitivos y cuentan con capacidad para innovar. A ello se suma el hecho de que no están especializados en la producción de motores, uno de los segmentos donde más movimientos se producirán por el salto a la propulsión eléctrica.

LA FUERZA DE LA UNIÓN

En la misma línea, Romeral incidió en que para el desafio que supone el vehículo eléctrico, Opel va a necesitar proveedores del entorno y que las oportunidades para las auxiliares se centran en los componentes de las baterías, el cableado y los sistemas para trasladar la potencia del motor a ruedas y ejes, además de en conseguir reducir el peso de los materiales sin menguar prestaciones.

Sobre los diez años de andadura del clúster, Tesier ensalzó la labor desarrollada desde el CAAR, que ha hecho calar la idea de que Aragón es «el hub del automóvil más importante del sur del Europa». Salvo en Alemania, recordó, no hay otro epicentro como Zaragoza en el que se fabriquen más de dos millones de vehículos en 300 kilómetros a la redonda. En su opinión, esta agrupación ha demostrado también que «cuando sus empresas se unen más allá de sus individualidades, son capaces de construir y de compartir las mejores prácticas».

Cabe destacar en este sentido que el clúster captó el pasado año un millón de euros en ayudas para proyectos de innovación del Ministerio de Industria y del Ejecutivo autonómico. Además, participa actualmente en otras seis iniciativas europeas de I+D.

Por otra parte, Tesier se mostró convencido de que el clúster va a «intensificar» la colaboración y los proyectos conjuntos con Opel ahora que está en manos de PSA, más proclive a cooperar en este tipo de entidades.