El mundo es nuestro mundo. Este es el lema de Taim Weser, que, desde su sede principal en La Cartuja, diseña auténticos monstruos de acero para el funcionamiento de infraestructuras clave en todo el mundo. Especialista en proyectos industriales llave en mano de alto valor tecnológico, la empresa que preside Manuel Teruel, de capital 100% aragonés, cuenta con cuatro líneas de negocio: manutención, grúas, tratamiento de residuos y energías renovables.

Taim no solo está presente en los cinco continentes, sino que desde el 2008 no ha facturado ni un solo euro en España. "Por supuesto que duele", reconoce Teruel. "Primero, porque es más cómodo trabajar en un mercado local. Para nosotros, la logística se complica y las personas se desgastan porque nuestra actividad requiere fabricación y montaje en los países de destino. Y después, porque significa que en España no hay actividad", añade el máximo responsable de la firma, que cuenta con 325 empleados --la mitad, ingenieros--.

Actualmente licita proyectos por valor de 1.018 millones de euros repartidos por todo el planeta. Por ejemplo, este año culminará en Porto Sudeste (Brasil) su obra estrella, la de mayor envergadura en la historia de Taim por su complejidad y su volumen de facturación. Se trata de una nueva terminal de transporte, almacenamiento y recogida de mineral de hierro. "Desde que se firma un contrato hasta que se entrega, un proyecto puede tardar entre dos y cinco años. En ese tiempo, pueden cambiar mucho las cosas y también la tecnología. Es fundamental una buena gestión y una negociación continua", recomienda Teruel.

El liderazgo de la tecnología de Taim es patente en todo tipo de maquinaria para el manejo de residuos nucleares --actividad en la que sus grúas son las más punteras del mundo-- o en las refinerías de petróleo para el manejo del coque --es una de las dos únicas compañías homologadas del planeta--, o en las plantas de compostaje de basuras --sus rotopalas se dirigen con un mando a distancia desde el techo, regulando la aireación y la humedad y evitando un trabajo penoso a las personas--.

Taim se inició en la exportación a principios de los 70, con la venta a Argentina de equipos para la minería de carbón. Luego construyó el primer parque eólico de China, la cinta más grande de transporte para fosfato en Senegal o el puente-grúa con más capacidad de carga en una acerería de Francia. Después, Abu Dabi, Egipto, Rusia, Turquía o Reino Unido se fueron uniendo al mapa habitual de la compañía. Con proyectos tan abrumadores, mencionar la crisis parece estéril. "No la hemos notado en cifra de ventas porque nuestro mercado es el mundo", destaca Teruel antes de sacar una lección. "Hemos aprendido a tener menos dependencia del mercado financiero y a gestionar con mayor eficiencia la tesorería de los proyectos, optimizando el riesgo con clientes y proveedores", afirma. "Además, ha cohesionado mucho al equipo humano, que es capaz de trabajar en cualquier parte del mundo con una ilusión tremenda", resalta.

Teruel defiende que el mercado exterior "es muy seguro porque, cuando firmamos un proyecto, tenemos garantizada toda la financiación y los mecanismos que aseguran el cobro", subraya. Pero también influyen otros factores. "En la primavera árabe, tuvimos que rescatar a algunos trabajadores en Libia. O cuando la segunda guerra del Golfo, en horas desaparecieron los buques que iban a Irán, así que hubo que rediseñar los equipos para que fueran más pequeños y poder enviarlos por carretera", recuerda.

Por filosofía, Taim es creadora de riqueza a su alrededor. "Por cada trabajador nuestro, se crean cuatro o cinco empleos en empresas proveedoras. Y de cada cien euros que vendemos, 75 euros se externalizan. Pero los componentes clave, las partes más nobles y de mayor responsabilidad y la ingeniería residen en Aragón", matiza.

El próximo 1 de septiembre, Teruel cumplirá 30 años en la empresa, dedicación que comparte con la presidencia del Consejo Superior de Cámaras, de la Cámara de Comercio e Industria de Zaragoza y de la Feria de la capital aragonesa. "Conlleva un desgaste personal importante, pero me permite tener una visión más amplia de las cosas y establecer buenas relaciones para codearnos con las grandes", reconoce. "Somos el bonsái del bosque pero lo aprovechamos con más agilidad en la toma de decisiones y mayor flexibilidad". Aunque también hay inconvenientes. "Ellas facturan dos ceros más que nosotros y carecemos de su robustez financiera", lamenta. "La falta de financiación nos ha hecho mucho daño, pero, cuando regrese la normalidad, volveremos a crecer en facturación y empleo", confía.

Taim se inició en la exportación a principios de los 70, con la venta a Argentina de equipos para la minería de carbón. Luego construyó el primer parque eólico de China, la cinta más grande de transporte para fosfato en Senegal o el puente-grúa con más capacidad de carga en una acerería de Francia. Después, Abu Dabi, Egipto, Rusia, Turquía o Reino Unido se fueron uniendo al mapa habitual de la compañía. Con proyectos tan abrumadores, mencionar la crisis parece estéril. "No la hemos notado en cifra de ventas porque nuestro mercado es el mundo", destaca Teruel antes de sacar una lección. "Hemos aprendido a tener menos dependencia del mercado financiero y a gestionar con mayor eficiencia la tesorería de los proyectos, optimizando el riesgo con clientes y proveedores", afirma. "Además, ha cohesionado mucho al equipo humano, que es capaz de trabajar en cualquier parte del mundo con una ilusión tremenda", resalta.

Teruel defiende que el mercado exterior "es muy seguro porque, cuando firmamos un proyecto, tenemos garantizada toda la financiación y los mecanismos que aseguran el cobro", subraya. Pero también influyen otros factores. "En la primavera árabe, tuvimos que rescatar a algunos trabajadores en Libia. O cuando la segunda guerra del Golfo, en horas desaparecieron los buques que iban a Irán, así que hubo que rediseñar los equipos para que fueran más pequeños y poder enviarlos por carretera", recuerda.

Por filosofía, Taim es creadora de riqueza a su alrededor. "Por cada trabajador nuestro, se crean cuatro o cinco empleos en empresas proveedoras. Y de cada cien euros que vendemos, 75 euros se externalizan. Pero los componentes clave, las partes más nobles y de mayor responsabilidad y la ingeniería residen en Aragón", matiza.

El próximo 1 de septiembre, Teruel cumplirá 30 años en la empresa, dedicación que comparte con la presidencia del Consejo Superior de Cámaras, de la Cámara de Comercio e Industria de Zaragoza y de la Feria de la capital aragonesa. "Conlleva un desgaste personal importante, pero me permite tener una visión más amplia de las cosas y establecer buenas relaciones para codearnos con las grandes", reconoce. "Somos el bonsái del bosque pero lo aprovechamos con más agilidad en la toma de decisiones y mayor flexibilidad". Aunque también hay inconvenientes. "Ellas facturan dos ceros más que nosotros y carecemos de su robustez financiera", lamenta. "La falta de financiación nos ha hecho mucho daño, pero, cuando regrese la normalidad, volveremos a crecer en facturación y empleo", confía.