--¿Ve la recuperación que el Gobierno intenta trasladarnos?

--Hay datos objetivos que son irrefutables. Como país tenemos un mayor prestigio internacional, los mercados nos ven con mejores ojos y nos prestan dinero más barato y con más facilidades. A nuestras grandes empresas les ocurre lo mismo, pero esa mejora aún no ha llegado a las pymes, los autónomos y las familias. Está empezando a mejorar el crédito para nuevos proyectos, cuando el plan de viabilidad es sólido y la solvencia de quien lo pide es importante. Sin embargo, se sigue restringiendo los préstamos para circulante a empresas que llevan tiempo funcionando y que, tras seis años de crisis, están en una situación muy complicada. Sigue habiendo muchos problemas para lograr crédito, que es el oxígeno de la empresa.

--Entonces, el grifo no está abierto...

--No. La masa de crédito ha seguido cayendo en el último trimestre por encima del 5%, aunque menos que en trimestres anteriores, igual que el empleo. Hay que seguir apretando para que las entidades financieras hagan su labor, que es prestar dinero. Entre todos las hemos rescatado, ya son bancos solventes y ahora tienen que confiar en la economía, en nuestras empresas y en los ciudadanos. El ministro de Economía dijo hace unos días que estaba decepcionado por el papel de las entidades financieras en esta crisis y que confiaba en que las pequeñas y medianas empresas y los autónomos fuéramos el motor de la recuperación. Para eso hay que cuidarnos un poco más, dejar de tener tantas trabas administrativas, tanta burocracia para sacar adelante nuestros proyectos, tantos impuestos...

--¿Qué otros problemas tienen las pymes?

--En cuanto a la morosidad, a pesar de los planes de pago a proveedores, seguimos acumulando unos plazos insostenibles. Con motivo de las elecciones europeas, estamos proponiendo a los candidatos que apoyen al tejido pyme incorporando directivas que obliguen a los países a reducir cargas administrativas; con medidas que mejoren el acceso al crédito, no solo bancario, sino con alternativas como el capital riesgo, los bussiness angels, el ICO o cualquier otro instrumento público o privado; y que apoye a las empresas con mayor eficacia para su internacionalización. En España hemos incorporado muchas empresas a la exportación, más de 50.000 cada año desde el 2008, pero también cada año salen de esa aventura unas poquitas menos de las que se incorporan porque todavía hay demasiado fracaso. El mercado internacional no es fácil y son necesarias políticas de apoyo más intensas.

--¿No deberían avisar de que no todas las pymes son capaces de exportar?

--Eso es lo que falta. Hay que animar, pero al que puede acometer el proyecto. Tenemos que hacer una labor didáctica. Si una empresa quiere internacionalizarse, lo primero es analizar si puede, si sus productos van a ser bien acogidos, en qué destinos, si es competitiva en calidad y en precio, si puede satisfacer la demanda... Y si todas las respuestas son afirmativas, hay que encontrar financiación, socios locales... Son muchos palos que tocar y de momento no los tocamos todos. Las llevamos de viaje, les presentamos posibles clientes y, a partir de ahí, quizá hay un primer pedido, pero el segundo ya no llega porque hay mucha competencia en el mundo.

--En España, el 99% del tejido empresarial está formado por pymes, lo que supone un obstáculo para el crecimiento de la economía, pero, por otro lado, son las que sacan a un país de la crisis porque no deslocalizan... ¿Cómo se conjugan debilidad y fortaleza?

--No es muy distinto de lo que sucede en Europa. Las empresas tienen el tamaño que necesitan, adecuado a su mercado y suficiente para ser competitivas. Si consiguen salir fuera, ya van creciendo. El problema de estos últimos años es que el mercado doméstico no ha confiado en si mismo. Hemos dejado de comprar, en algunos casos porque no se podía y en otros por miedo al futuro. Ese tejido pequeño se ha encogido aún más para poder resistir a la crisis, a costa de perder mucho empleo. Cuando esto empiece a funcionar, comenzaremos a crearlo. En España sabemos hacerlo. Del 2000 al 2007 se generaron ocho millones de puestos de trabajo.

--Pero gracias al 'boom' de la construcción...

--Sí. España debe recuperar un PIB de construcción lógico, que no es el que hay ahora mismo ni tampoco el que llegó a haber. Nos hace falta vivienda, obra pública, infraestructuras... Está muy bien que haya otro tipo de actividades, pero si no se recupera la base, la crisis nos puede durar 20 años.

--El presidente de la CEOE dijo que quizá en el 2014 había llegado el momento de volver a subir los salarios. ¿Comparte esta opinión?

--Probablemente, hay sectores que ya se están recuperando, tienen una mejor perspectiva y pueden incorporar mejoras salariales y de condiciones de trabajo. Y el que pueda, debe empezar a hacerlo, para mejorar el poder adquisitivo y la capacidad de consumo.

--¿Cuáles son esos sectores?

--La biotecnología, el turismo, los sectores industriales que exportan, como los bienes de equipo... Son todavía pocos pero están funcionando mejor de lo que lo está haciendo la media. Pero hay que compatibilizarlo con los que aún están débiles o incluso perdiendo actividad, y que necesitan todavía mantener esa moderación salarial.

--A finales de junio Cepyme celebrará elecciones. ¿Repetirá en el cargo?

--Tengo intención de presentarnos de nuevo con la candidatura que denominamos Unidad Empresarial, junto a Antonio Garamendi, representante del sector del metal, y a la que se unieron muchísimas territoriales y sectoriales, las más importantes. Hace cuatro años conseguimos ganar las elecciones y entre los dos vamos a procurar tener su apoyo de nuevo para revalidarlo. Pero cualquiera que tenga los avales suficientes puede presentarse hasta 10 días antes. Estoy muy contento y satisfecho con el trabajo que hemos hecho, y por eso habrá continuidad. Nos han tocado cuatro años de caída en picado, hemos tenido que afrontar una reestructuración interna muy importante. Pero ahora estamos ya en una situación muy estabilizada y lo lógico es que todo empiece a mejorar.