El economista inglés William Stanley Jevons explicó ya en el siglo XIX que cualquier situación que permite consumir un recurso de forma más eficiente suele provocar un incremento de dicho consumo. Es lo que se conoce como la paradoja de Jevons (hay otra, trágica: murió ahogado en la piscina de un balneario, a los que era asiduo por sus problemas de salud).

Aunque no sea un recurso, venía esta idea ayer a la cabeza al ver lo que sucedió con la subasta del Tesoro alemán. El país que manda en Europa se ha acostumbrado durante la crisis a que su deuda sea un valor refugio para los temerosos inversores, lo que le ha permitido colocar sus títulos sin problemas y con bajos tipos gracias a la alta demanda. Ayer, sin embargo, no pudo vender los 5.000 millones de euros en bonos que tenía previstos porque solo recibió peticiones por 4.232 millones.

Los inversores, así, parecen reducir su consumo de deuda germana porque entienden que ya no es eficiente hacerlo por sus bajos intereses. En plena tormenta de dudas sobre la fortaleza de la recuperación, la noticia animó un tanto a los mercados. Con prudencia porque el foco siguió centrado en la publicación de las actas de la última reunión de la Reserva Federal.

Apoyado en la prima de riesgo, que bajó hasta los 158 puntos básicos (16 menos que en la víspera) como resultado de la subasta alemana, el Ibex 35 cerró con un alza del 0,74%, a los 10.531,4 puntos.