Miles de jubilados que iniciaron una marcha desde distintas ciudades españolas el pasado 30 de septiembre llegaron ayer a Madrid y reclamaron en una manifestación por el centro de la ciudad unas pensiones dignas en la que la mínima sea de 1.000 euros y que se revaloricen de acuerdo con los precios.

Unai Sordo y Josep Maria Álvarez, líderes de CCOO y UGT respectivamente, destacaron que «no hay ninguna maldición económica» que impida la sostenibilidad del sistema y la viabilidad de las pensiones actuales y las futuras. Los líderes de las dos organizaciones convocantes de la marcha han pedido una nueva política económica y una reforma fiscal que inyecte fondos a la Seguridad Social.

Para Sordo, el sistema es viable pero todo depende de una «decisión política» sobre si se está dispuesto a gastar el 15% de la riqueza que se produce en un sistema de Seguridad Social digno. En esta línea, Álvarez aportó el dato inequívoco de la brecha entre los jubilados españoles y el resto de europeos. España debe «pasar del 10,4% del PIB» que actualmente se destina al sistema público de jubilación «a más del 14%».

La primera reivindicación de los jubilados en sus gritos («Es una mierda el 0,25») y pancartas («Robar a los mayores es obsceno») era la de pedir la derogación de la ley del 2013 que solo tuvo el apoyo del PP. Con ella, el incremento anual fijado por el Gobierno se ha quedado en ese mínimo cuarto de punto que fue desbordado el año pasado cuando la inflación llegó al 1,6%. La entrada en vigor, en enero del 2019, del factor de sostenibiidad aún las recortará más.

Las referencias al ministro de Hacienda («Montoro escucha, devuélvenos la hucha») y el rescate de los bancos por la crisis con más de 60.000 millones de euros son dos asuntos que encendieron los ánimos de los mayores. No tienen miedo a dejar de cobrar su renta tras años de trabajo, pero están muy informados de que en el 2011 el fondo de reserva superaba los 66.000 millones y ahora apenas llega a los 11.000 millones. De ahí la pancarta «Mariano, deja de meter la mano» y el toque de atención a las nuevas generaciones.

AVISO A LOS JÓVENES / «Los jóvenes tienen que incorporarse a estas marchas para defender lo que es nuestro y lo que será suyo», señaló Ginés, de 64 años, jubilado del sector del metal que llegó a la madrileña Puerta del Sol con el grupo que salió de Jaca el pasado día 30 de septiembre y al que en estos días se han unido mayores de Cataluña, Euskadi, Cantabria y Aragón.

José Antonio, 67 años, jubilado de la industria llegó desde Bilbao porque quiere «pensiones dignas para todos el mundo. Hay muchas que no llegan a la dignidad y con subida del 0,25% hasta el 2022, ya me contarás». Por eso le pidió a los jóvenes «que luchen un poco más, que no se apoltronen tanto». «Queremos la pensión del padre del Borbón» y «salarios decentes, pensiones dignas» fueron otros lemas coreados por los asistentes a la marcha. La escasa cuantía de la mayoría de las pensiones estuvo en boca de muchos de los jubilados con los que conversamos durante la marcha.

«Gracias a nuestra pensión viven nuestro hijos», afirmaba Fina, jubilada de la sanidad gallega. Su amiga María apostillaba que sus hijos y nietos lo tienen peor tienen empleos temporales: «Lo primero es el trabajo con un salario digno». Y a la pregunta de qué les piden a los políticos, lo tienen claro: «Que cojan las maletas, que se vayan y que se reparta el trabajo». Un grupo de amigas llegadas desde Ferrol asentía cuando desde la tribuna unos de los oradores denunciaba que la pensión media de las mujeres es de 700 euros cuando la media del sistema es de 1.200 euros.

Hace ya seis meses que la comisión del Pacto del Toledo del Congreso de los Diputados debería haber aprobado nuevas recomendaciones para la reforma del sistema de pensiones públicas a medio plazo.