La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) , Christine Lagarde, ha vuelto a pedir este jueves al Banco Central Europeo (BCE) que adopte "cuanto antes" medidas "no convencionales" de estímulo monetario para frenar la caída de la inflación y evitar que el continente puede entrar en una fase de peligrosa deflación.

"Sabemos que una larga y prolongada baja inflación dañará el empleo y el crecimiento", ha dicho tras mostrar su "preocupación" por la baja inflación imperante en la zona euro. En marzo se situó en el 0,5% del PIB, rayando los números rojos. La situación inquieta especialmente en España, el país con más riesgo de deflación, según los cálculos del FMI.

Las urgencias del guardián de las finanzas internacionales contrastan hasta cierto punto con la posición del BCE. En su reunión de la semana pasada, el banco que dirige el italiano Mario Draghi aseguró que los datos de marzo entran dentro de las previsiones del organismo, que apuntan a "un periodo prolongado de baja inflación". Draghi no movió ficha, pero aseguró que está dispuesto a adoptar "medidas no convencionales" --léase un programa de compra masiva de activos, semejante al de la Reserva Federal-- si la situación lo requiere. También reprochó a Lagarde con bastante sutileza que le diga lo que tiene que hacer cuando raramente se atreve a dar consejos a la Fed.

"Es alentador que el BCE haya reiterado su compromiso para utilizar las necesarias medidas no convencionales", ha afirmado Lagarde. "Cuanto antes lo haga, mejor", añadió. La jefa del Fondo subrayó que la economía mundial está tomando fuelle, pero todavía está lejos del vigor necesario para paliar el masivo desempleo.

"La economía mundial está doblando la esquina, pero la recuperación es todavía demasiado débil y lenta", ha declarado. "Necesitamos acciones contundentes para crecer más rápido, con más fuerza y de forma más sostenible", dijo Lagarde.

A las economías avanzadas, que empiezan a repuntar ligeramente, les pidió que actúen sin demora. "Tienen que encontrar el ritmo adecuado del ajuste fiscal y normalizar sus políticas monetarias", explicó. "Es una cuestión de ritmo, ejecución y buena comunicación".

La reforma del sistema de cuotas del FMI es una de las cuestiones en la agenda de la cumbre de esta semana, donde se dan cita los ministros de finanzas y gobernadores centrales de buena parte del mundo. En 2010, todos los países miembros del organismo se comprometieron a aumentar la voz de los países emergentes, pero el Congreso de EEUU ha frenado la ratificación de la reforma, que debía haberse puesto en marcha hace ya dos años.

Lagarde, que ha mostrado su "decepción" en varias ocasiones con la actitud estadounidense, dijo ayer que va a seguir insistiendo porque el organismo se juega su prestigio, su eficiencia y su credibilidad. "No nos vamos a rendir. Acabará sucediendo y esperamos que lo haga pronto", afirmó.

Además constató que "las tensiones geopolíticas están aumentando", en alusión al conflicto que se vive en Ucrania. Respecto al paquete de préstamos que el FMI prepara para reflotar la maltrecha economía ucraniana, que vendrá acompañado de draconianas medidas de austeridad, aseguró que todavía no se ha cerrado. Su monto oscilará entre los 14.000 y los 18.000 millones de dólares y, según sugirió, el FMI permitirá que parte del dinero se destine a pagar las deudas que Ucrania tiene contraídas con Rusia.