No ha habido sorpresas. En su última reunión del año y primera con Christine Lagarde como presidenta, el Consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) ha decidido este jueves mantener los tipos de interés oficiales en los niveles mínimos históricos en que llevan instalados desde marzo del 2016. El precio oficial del dinero seguirá en el 0%, mientras que la facilidad marginal de crédito (el dinero que la autoridad monetaria cobra a los bancos por prestarles) se mantendrá el 0,25% y la facilidad de depósito (el dinero con que remunera a los bancos por guardarles el dinero) permanecerá en el -0,5% al que la bajó en septiembre (es decir, que les cobra en lugar de pagarles).

Como en su último comunicado oficial, la nota emitida este jueves insiste en que "el Consejo de Gobierno espera que los tipos de interés oficiales del BCE continúen en los niveles actuales, o en niveles inferiores, hasta que observe una convergencia sólida de las perspectivas de inflación hasta un nivel suficientemente próximo, aunque inferior, al 2 % en su horizonte de proyección, y dicha convergencia se haya reflejado de forma consistente en la evolución de la inflación subyacente"

El comunicado recuerda que el 1 de noviembre se reanudaron las compras netas de deuda en el marco del programa de compra de activos del Consejo de Gobierno a un ritmo mensual de 20.000 millones de euros. "El Consejo de Gobierno espera que continúen durante el tiempo que sea necesario para reforzar el impacto acomodaticio de sus tipos oficiales y que finalicen poco antes de que comience a subir los tipos de interés oficiales del BCE", se afirma.

Además, la nota ratifica la decisión de seguir reinvirtiendo íntegramente el principal de los valroes adquiridos en el marclo del programa de compra de activos que vayan venciendo "durante un período prolongado tras la fecha en la que comience a subir los tipos de interés oficiales del BCE y, en todo caso, durante el tiempo que sea necesario para mantener unas condiciones de liquidez favorables y un amplio grado de acomodación monetaria".

Tras la bateria de medidas que aprobó a finales de verano para combatir la desaceleración económica, que provocó una oposición interna fuerte e inéditamente notoria, el mercado daba por descontado que el BCE no tomaría nuevas medidas en su última reunión del año. La mayor expectación está centrada en los mensajes que pueda lanzar Lagarde, que desde el pasado 1 de noviembre ocupa el puesto que durante ocho años desempeñó Mario Draghi, el hombre que salvó el euro (como ha reconocido hasta el Parlamento Europeo) pero de quien hereda una institución dividida.

ALINEADA CON DRAGHI

La política francesa (París, 1956) se ha alineado desde un primer momento con su antecesor, y por tanto en contra de las posiciones mantenidas por los banqueros centrales de Alemania, Holanda y Austria. Así, viene defendido públicamente desde septiembre que "una política altamente acomodaticia está justificada durante un periodo prolongado de tiempo" y que "políticas monetarias expansivas (de los países con márgen fiscal para permitírselo) puede mejorar el panorama" económico. En cualquier caso, se espera que sea más diplomático con los denominados 'halcones' que Draghi, que sabía que contaba con una mayoría suficiente en el consejo para sacar adelante sus medidas sin su apoyo.

Además, en los menos de dos meses que lleva en el cargo, la exdirectora del Fondo Monetario Internacional (FMI) ya ha hecho dos anuncios relevantes. Por una parte, ha apuntado que quiere explorar las vías por las que el BCE puede contribuir a la lucha contra el cambio climático. Por otra, ha confirmado que el BCE realizará una "revisión de su estrategia de política monetaria, que empezará en un futuro próximo". La última tuvo lugar en el 2003 y fue cuando se fijó el objetivo de la institución de que la inflación esté por debajo pero cerca del 2%. Lagarde ha dejado la puerta abierta a variar este objetivo y reforzar el concepto de simetría del mismo (es decir, que la inflación pueda estar por debajo o por encima de la meta antes de tomar medidas correctivas).

PREVISIONES

El otro foco de atención del mercado es la actualización de las previsiones macroeconómicas del organismo. El crecimiento del tercer trimestre fue de tan solo el 0,2% y la inflación subyacente subió del 1,1% al 1,3% en noviembre. "Esperamos que 2019 cierre con un crecimiento del 1,2% y que en 2020 se eleve una décima la previsión de crecimiento, hasta el 1,3%", ha apuntado Juan Ramón Casanovas, head of private portfolio management de Bank Degroof Petercam Spain. "Solo esperamos mínimos cambios en las nuevas proyecciones macroeconómicas. Es probable que las estimaciones del PIB para el año en curso y la tasa de inflación para el próximo año se revisen ligeramente al alza, sólo por razones técnicas. La tasa de inflación que el BCE espera para 2022 será mucho más interesante. Esperamos un 1,8% políticamente correcto. Siendo realista, sería un 1,4%", ha indicado Martin Moryson, chief economist Europe de DWS.

Los analistas de AXA, por su parte, prevén "una continuación de la expansión cuantitativa a lo largo de 2021 y el primer movimiento en la tasa de la facilidad de depósitos a comienzos de 2022". "Anticipamos un probable recorte en los tipos de los depósitos en el primer semestre de 2020, en línea con las expectativas del mercado y nuestro escenario de un probable deterioro en el contexto macroeconómico. Bajar los tipos de los depósitos es el elemento más consensuado en un Consejo de Gobierno altamente dividido. Por otro lado, las compras de activos netos, que han sido muy controvertidas y discutidas por algunos, deberían mantenerse al nivel actual de 20.000 millones de euros al mes", ha sostenido Franck Dixmier, director global de Renta Fija de Allianz Global Investors. En cambio, PIMCO, "a no ser que haya algún apocalipsis zombie, o un milagro con la inflación", no espera ningún "cambio radical" en los tipos de interés del BCE a lo largo del 2020.