La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, ha urgido este lunes a los líderes de la Unión Europea a aprobar con rapidez el nuevo fondo de recuperación de 750.000 millones de euros -500.000 millones en subsidios y 250.000 millones en préstamos- propuesto la semana pasada por la Comisión Europea para apoyar a los países más golpeados por la pandemia del covid19, como España e Italia, y ha recordado que cualquier retraso en la negociación podría tener consecuencias negativas y agravar los costes de una crisis que llevará a una caída del PIB del 8,7% en 2020.

Según Lagarde, el marco financiero plurianual para el período 2021-2027 también tiene un papel clave en la movilización de recursos a nivel europeo y de ahí la importancia de acelerar la negociación. Según los planes del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, la primera ocasión que tendrán los jefes de estado y de gobierno de los Veintisiete de debatir las propuestas será en la videoconferencia que mantendrán el 19 de junio aunque la semana pasada ya avanzó que no habrá decisiones y que será necesario otra cita que podría ser presencial, una vez a abiertas las fronteras europeas, y tener lugar en julio.

Será importante aprobar este paquete rápidamente. Fijar un calendario claro daría más seguridad y confianza a los ciudadanos, empresas y mercados financieros. Cualquier retraso amenaza con generar efectos negativos y aumentar los costes, y por tanto las necesidades de financiación, de la crisis, ha recordado durante el primer diálogo con la comisión de asuntos económicos de la Eurocámara aunque sin referirse a las reticencias expresadas por los llamados frugales Austria, Holanda, Suecia y Dinamarca- o Finlandia. Sí ha llamado la atención sobre la importancia del mercado único como motor de convergencia y ha subrayado que es de interés general crear condiciones para un crecimiento sostenible a largo plazo y proteger el bienestar de los ciudadanos europeos.

Además, ha insistido en que la eficacia de la respuesta europea dependerá de que los países más afectados puedan acceder a los fondos, de preferencia a través de subvenciones y ha añadido que confía en que el Parlamento Europeo de su apoyo y que los Estados miembros sean conscientes de lo urgente que es aprobar los nuevos planes que deberían centrarse en los proyectos con un valor añadido real, que ayuden a reducir la fragmentación derivada de la crisis y las divergencias a largo plazo.

Medidas extraordinarias adecuadas

Más allá del futuro marco presupuestario, Lagarde ha salido en defensa de las medidas adoptadas por la entidad bancaria europea para combatir la pandemia del covid19 y particularmente del aumento de 600.000 millones del programa de compras de emergencia pandémica (PEPP), que la semana pasada elevaron hasta el 1,35 billones de euros. Las circunstancias extraordinarias requieren medidas extraordinarias. El PEPP es una medida extraordinaria, temporal y proporcional. En vista de circunstancias actuales, es la respuesta adecuada, ha insistido sobre un programa que estará vigente al menos hasta junio de 2021.

En este sentido, ha rechazado que el consejo de gobierno del BCE respondiera con precipitación a la pandemia porque había una situación dramática y era urgente actuar. Cuando vimos el impacto del confinamiento, del cierre de la economía y la perspectivas de unas consecuencias aun más graves, ya que la economía estaba paralizada salvo unos pocos sectores vitales, nos vimos obligados a actuar, ha justificado recordando que la liquidez se estaba agotando.

El consejo de gobierno del BCE decidió que había que inyectar liquidez para evitar una paralización total de la economía, como presenciamos durante la gran crisis financiera, ha explicado Lagarde subrayando que los gobernadores calibraron la respuesta y que si actuaron fue para garantizar que la liquidez llegara a los ciudadanos y las pymes y evitar la parálisis que hubiera llegado de no haber actuado, ha reivindicado. Había que estar a la altura y está claro que esto era lo que había que hacer, ha insistido.