La economía alemana creció un 0,4% el año pasado, el incremento más débil desde el 2009, un año de acentuada recesión (-5,1%). El dato, publicado ayer por la Oficina Federal de Estadística, supone una décima menos que las previsiones tanto del Gobierno como de diversas instituciones, que situaban el incremento del producto interior bruto (PIB) en el 0,5%, y refleja una ralentización de la primera economía de la Unión Europea, que creció un 0,7% en el 2012 y un 3,3% en el 2011.

Sin embargo, los cálculos para este año son mucho más optimistas: el Bundesbank prevé un crecimiento del 1,7% y del 2% para el 2015. La balanza comercial, el tradicional motor de la economía del país, tuvo un comportamiento negativo, ya que las exportaciones aumentaron solo un 0,6%, frente al 3,2% del 2012, mientras que las importaciones se incrementaron un 1,3%.

El responsable de la Oficina de Estadística, Roderich Egeler, atribuyó el débil crecimiento de la cifra de exportaciones a "la continua recesión en algunos países europeos y al moderado crecimiento de la economía mundial". La incertidumbre de la economía produjo una menor inversión del sector industrial, que redujo un 2,2% sus adquisiciones de maquinaria y equipos con respecto al año anterior. En cambio, fue la economía doméstica el factor que compensó el mal año del sector exterior, al crecer un 0,9% el consumo de los hogares.

Aparte de la importante recesión del 5,1% registrada el año 2009, el 0,4% del año pasado es el peor dato de crecimiento de Alemania desde el 2004, cuando el PIB aumentó el 1,2%. La Oficina Federal de Estadística dio a conocer también el déficit público, que se situó en el 0,1% del PIB, frente al superávit del 0,1% del 2012.

Las mejores perspectivas de Alemania para este año se encuentran en línea con las previsiones que ofreció ayer el Fondo Monetario Internacional (FMI). La directora gerente de la institución, Christine Lagarde, anticipó una mejoría de la economía global en el 2014, gracias fundamentalmente a la recuperación de las economías avanzadas.

Lagarde sostuvo que, aunque la crisis todavía colea, "el optimismo flota en el aire", "el estancamiento profundo ha quedado atrás y el futuro es más brillante". Aún así, no se espera un despegue espectacular, tampoco en la UE donde, según Lagarde, el crecimiento es demasiado asimétrico entre los distintos países y el paro "preocupantemente alto". Para combatir ambos fenómenos, la jefa del FMI aseguró que el BCE "podría hacer todavía más" para reducir la fragmentación financiera. Lagarde advirtió también del peligro de deflación en la Unión Europea.