El consenso de los analistas, tan socorrido para justificar la toma de decisiones o la anticipación de nuevos movimientos financieros, era unánime al cierre de las cotizaciones del 2013: el 2014 será un gran año para la renta variable. De momento, en el muestrario del sastre financiero todavía no está ese botón: ni Europa, ni en los primeros compases de Wall Street se pudieron envolver de valses azucarados los primeros pasos del año de las cotizaciones.

La media de caída en el continente rondó el 1,5%, con los mercados españoles en la parte de los mayores retrocesos. Por causas explicables no quedó: desde el anuncio de Sacyr de que no podía continuar con su ventajosa adjudicación en el Canal de Panamá, hasta el desplome del 17,29% de los títulos de Colonial tras el anuncio de que entraban, con severas condiciones, un grupo de inversores encabezado por el empresario Villar Mir. También se quedaron en zona roja la totalidad de los bancos, con pérdidas más acentuadas para Bankia, Sabadell y Santander.

Mal inicio aunque paliado por otros datos esperanzadores. Uno, la prima de riesgo sigue recuperándose, buen augurio para el Tesoro, que ha de captar 244.000 millones en el año para tender puentes de subsistencia hasta el 2019 (bonos) y el 2028 (obligaciones). El otro dato, más propio de las supersticiones: si la primera sesión bursátil del 2009, el 2010, el 2011, el 2012 y el 2013 fue alcista y luego todo acabó peor, este año se invertirá la tendencia. Empezar mal para acabar mejor. De momento, el Ibex se quedó en los 9.760 puntos (-1,58%).