Mientras las carreteras se llenan de veraneantes felices de dejar sus trabajos atrás, los inversores llevan también unos días abandonando los mercados, pero su ánimo es mucho más sombrío. Varios frentes abiertos les han dejado un mal sabor que tiene a las bolsas a la baja. "Es difícil determinar cuál ha podido ser el catalizador negativo que ha contagiado estas ventas tan agresivas. A veces es más fácil recurrir a la irracionalidad del mercado y a la sensación de pánico de los operadores, que al final no son más que personas", apuntaba ayer Joaquín Robles, analista de XTB.

En las últimas jornadas se acumulan las malas noticias. Las nuevas sanciones occidentales a Rusia por el conflicto de Ucrania han avivado los temores a su impacto en las economías europeas, particularmente en las del este del continente. Además, la suspensión de pagos parcial de Argentina ha contagiado sus efectos negativos a la cotización de la bolsa española, debido a los negocios que muchas empresas del selectivo tienen en el país americano. En Portugal, la crisis del Banco Espírito Santo continúa agitando el fantasma de problemas en la banca de la periferia del euro: ayer la CNMV lusa suspendió la cotización de la entidad cuando caía un 40%.

El Ibex 35 descendió un 1,8%, hasta los 10.514 puntos, con lo que cerró la semana con un recorte del 3,43%. La rebaja de previsiones de resultados de ArcelorMittal y las cuentas de BME y FCC para cancelar parte de su deuda fueron recibidas con fuertes caídas. La prima de riesgo se situó en los 141 puntos.