Hay veces que la realidad avanza como una marcha triunfal: imparable y victoriosa. Sucede entonces como en aquel poema de Ruben Dario: "Los áureos sonidos / anuncian el advenimiento / triunfal de la Gloria; / dejando el picacho que guarda sus nidos, / tendiendo sus alas enormes al viento, / los cóndores llegan. ¡Llegó la victoria!".

El problema es que las marchas triunfales solo duran unas horas a lo sumo, mientras que la realidad tiene un recorrido más largo y no están exenta de charcos que ensucian los ropajes de los victoriosos. Los mercados, así, parecían embarcados en un gran paseo triunfante este año. Pero entonces aparecieron los problemas con el dólar en Argentina y las dudas sobre las divisas (y las economías) de los países emergentes para ensuciarlo todo.

Esta semana, empero, los inversores parecieron sacudirse el barro del camino y retomar la senda triunfal. Ayer mismo, decidieron no hacer mucho caso a las dudas del Tribunal Constitucional alemán sobre las medidas del BCE para salvar el euro o a un dato de empleo en Estados Unidos peor de lo esperado. Cuando los inversores están en vena y otean rentabilidades crecientes en el horizonte hacen oídos sordos a las malas noticias, como es sabido.

El Ibex 35, así, subió ayer el 1,08%, hasta los 10.072,40, con lo que cierra la semana con un alza del 1,53%. La prima de riesgo, a su vez, mejoró hasta los 193 puntos. Pero, ojo, siempre puede haber algún bache.