Como pasear por la sala de baile para comprobar que todo sigue en orden, no hay señal inquietante que pueda anticipar que un número excesivo de fiesteros vaya a salir a fumar y provoque inquietud. Los operadores siguen disfrutando del buen ambiente, la temperatura agradable y las bebidas en punto fresco. Solo hay un lejano ruido exterior que recuerda que en Ucrania hay una fractura interna con dos bloques dispuestos a tirar en dirección opuesta. Pero los bailarines solo esperan una señal: qué pieza será la siguiente que va a interpretar el BCE bajo la batuta del maestro Mario Draghi. Todos piden que sean baladas conocidas, a lo sumo algo más intenso para mover carteras como caderas y así afrontar con solidez el cambio de estación en junio.

Llegan también desde el otro lado del Atlántico noticias de que en Wall Street la fiesta sigue y con una buena tanda de inversiones que buscan el redoble del tambor hasta poder proclamar, otra vez, que los índices están en lo más alto del año. En Europa, como siempre, no todo va al unísono. Algunos advierten de que los crecimientos actuales, por países, arrojan cifras muy magras en el PIB e inquietantes en el endeudamiento público. Un repaso a los beneficios presentados por las grandes compañías europeas en sus respectivas bolsas aporta unos ratios más bajos de los que los analistas se empeñan en sobrevalorar. Son estos valores fundamentales en empresas y en países los que siguen marcando los pasos del baile, que va lento. El Ibex 35 repuntó ayer 20 décimas y llevó al índice hasta 10.587 puntos.