Manuel Pizarro, el presidente de Endesa, conoce a la vieja guardia socialista desde que fue el primer abogado del Estado en el caso Rumasa, en 1983. Y a la nueva porque mientras gobernaba Aznar no tuvo inconveniente en prestar ayuda a alguno de los actuales ministros y en colaborar, desde la presidencia de Ibercaja, con el Gobierno socialista de Aragón. Son sólo ejemplos. Es decir, el turolense Pizarro, que llegó a Endesa también de la mano del PP, tiene amigos y conocidos en todas partes.Además, sus socios de referencia son Caja Madrid (y en Madrid gobierna Esperanza Aguirre) y La Caixa, con la que mantiene excelentes relaciones. Mientras su prestigio profesional y personal no sea atacado, Pizarro permanecerá tan discreto como siempre.Los cambios pueden llegar a través de alguna operación en el sector energético, que con el aterrizaje de Antoni Brufau en la presidencia de Repsol tienen más posibilidades que antes. No obstante, Pizarro puede ver con buenos ojos algunas de esas integraciones. De hecho, en su día la compañía que preside ya sufrió los rigores de la doctrina Rato sobre la competencia en el sector, cuando el exvicepresidente del Gobierno vetó la operación Endesa-Iberdrola. Ahora, se encuentra de frente con los deseos de Gas Natural por entrar a lo grande en el mercado eléctrico. Puede sobrevivir tanto a una fusión como a un intercambio de activos entre una eléctrica y una gasística. O marchar, pero por la puerta grande.