Los dos paquetes de medidas que solicitará el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) a Garoña para volver a operar resultan "insuficientes", ya que no solucionarán cuestiones como la corrosión de su circuito primario ni los problemas de su vasija, ha explicado a EFE el físico nuclear Francisco Castejón.

El Pleno del CSN estudia hoy la documentación remitida por Nuclenor -titular de la central burgalesa y participada al 50% por Endesa e Iberdrola- para pedir la renovación de su autorización de explotación.

Según Castejón, que trabaja en el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) y es portavoz de energía nuclear de Ecologistas en Acción, el CSN pedirá aplicar las medidas derivadas de las pruebas de estrés -impulsadas tras el accidente de Fuskushima- y las emanadas de las inspecciones de 2009 a raíz de la renovación de su permiso de explotación hasta 2013.

A su juicio ello resulta "insuficiente", ya que obvia cuestiones como la corrosión del circuito primario (sistema de circulación del fluido refrigerante usado para extraer el calor del núcleo de un reactor) y los problemas de su vasija.

Básicamente, el CSN pedirá a Nuclenor el cambio de "prácticamente todo el cableado de la central, mejorar los sistemas de vigilancia de gases radiactivos, de la sala de sala de control y del sistema contra incendios".

A estas modificaciones se suma otro paquete de medidas que tienen que ver con las pruebas de estrés, entre ellas la mejora del sistema de venteo (garantiza la integridad de la contención ante un accidente severo); de los sistemas sísmicos, instalar un segundo panel de control para ser operado remotamente, un edificio de emergencia en el exterior, y dotarse de sistemas de alimentación y refrigeración portátiles.

Sobre la corrosión de su circuito primario, "aunque se haya intentando paliar, no hay solución. Ha afectado al barrilete, a las penetraciones inferiores y a algunas tuberías del circuito primario".

El barrilete, un elemento situado en la vasija, que sujeta los elementos combustibles y canaliza el flujo de refrigerante dentro del núcleo de la central, "tiene una fisura de prácticamente 360 grados y tiene soldados unas cinchos para que aguante".

A ello se suma el problema de las dos centrales belgas Doel 3 y Tihange 2, paralizadas por el Gobierno de Bélgica tras hallarse miles de pequeñas fisuras en el acero de la vasija, y cuyo fabricante es el mismo que el de Garoña.

En vez de meterse en todas estas reparaciones "lo más sensato sería el cierre. Pueden aparecer nuevas averías, por eso Nuclenor pide seguir operando hasta el 2031 y así poder recuperar las inversiones que tiene que realizar, en torno a 150 millones de euros".

El pasado mes de junio, la Unión Europea respaldó la revisión de las normas sobre seguridad nuclear, como la revisión obligatoria cada seis años a las centrales, llevadas a cabo por expertos de otros países europeos.

"Esto tampoco beneficia a Garoña, ya que en España las revisiones son cada diez años", ha concluido Castejón.