Que un ministro del Gobierno de España cargue brutalmente contra la mayor empresa distribuidora de energía del país es señal de que algo raro ocurre. No es normal. Las declaraciones de Álvaro Nadal criticando a Enel por defender solo los intereses de Italia a costa del consumidor y de los trabajadores españoles no sirven precisamente para intentar convencer a Endesa de que no ejecute el cierre de Andorra en el 2020. Quizá es porque no es un político al uso, sino que es un hombre más técnico... Pero destila algo extraño. Haría bien en explicar qué tiene contra la empresa. Su actitud bien debería ponerla en común con el Gobierno de Aragón --cuya consejera de Economía aún está pendiente de entrevistarse con él-- y dejarse ambos ejecutivos de lanzarse chinitas