No hay nada peor que a las malas noticias conocidas se sumen las imprevistas. Surgen entonces el desconcierto, las lógicas prisas por tomar decisiones inaplazables y los intentos por volver a la normalidad, que ya no será como la hemos conocido. Para el mundo de las finanzas, días como el de ayer es mejor que pasen porque ni el más avezado de los inversores pudo hacer nada de provecho en los mercados.

La muerte de Botín, como no podría ser de otra manera, marcó la jornada del Ibex35, la tercera consecutiva de recortes. Pero todas las plazas europeas abrieron y cerraron en negativo.

Desde comienzos de semana no hay manera de escapar a la incertidumbre ante los resultados del referendo de Escocia. De nada ha servido el viaje de los tres líderes políticos --el conservador primer ministro David Cameron, su socio liberal y segundo del gabinete, Nick Clegg y el laborista opositor, Ed Miliband-- como mosqueteros ante unos sondeos adversos. Algún imprevisto habrá antes de la cita con las urnas de dentro de una semana porque la City no puede quedar paralizada.

Pero al Banco de Inglaterra le preocupa además las reglas de juego del mercado y éstas no obedecen a los sondeos demoscópicos más o menos afinados. Los mercados escrutan los movimientos y las pulsaciones de la Reserva Federal para adivinar cuánto subirán los tipos.

El Ibex35 cedió el 0,13% y cerró en 10.937 puntos. En tres días se ha dejado 1,89 puntos.