El presidente PSA, Carlos Tavares, afirmó ayer que tiene «pruebas tangibles» de que la situación mejora en Opel tras la integración en el grupo francés, pero se negó a dar cifras y anunció que sólo a comienzos de 2019 hará públicos objetivos y plazos.

La única indicación de Tavares, en la presentación a la prensa de los resultados de PSA, es que para este año y el próximo no van a centrarse en los volúmenes de ventas de Opel «sino en la rentabilidad», y previno de «decisiones impopulares, que serán para el bien de los equipos a largo plazo». Destacó que se han reducido los costes fijos en un 17%, con medidas como las compras en común con las otras marcas de PSA (Peugeot, Citroën y DS) y también los gastos publicitarios. Además, avanzó que la estrategia de reducción de costes se va a reforzar y, para ilustrarlo, señaló que en la nueva generación del Opel Corsa, que se fabricará en Figueruelas, el número de piezas disminuirá un 40%. Tavares también apuntó que los costes de producción en las plantas de la marca alemana son dos veces más altos que en las de PSA en Francia. «No hay ninguna guía (para Opel) sobre lo que debe o no debe ser», aseguró.

PSA tuvo 1.929 millones de beneficio en el 2017, una cifra récord que supuso un incremento del 11,5 % respecto al 2016.