Las persistentes tensiones comerciales y la incertidumbre política han llevado a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a revisar seriamente la desaceleración «suave» de la economía mundial que pronosticaba hace tan solo tres meses. En su último informe de Perspectivas, presentado ayer, el organismo con sede en París confirma la caída pero advierte de que será más pronunciada. A pesar de que la economía norteamericana se mantiene en forma y el precio de petróleo ha bajado se perciben signos de debilidad en Asia y en el viejo continente. Así, prevé un crecimiento del 3,3% este año, dos décimas menos que el pasado noviembre y rebaja su previsión en prácticamente todas las economías del grupo G-20, que incluye los países más ricos y las principales economías emergentes.

Pero es en la zona euro donde augura un mayor frenazo, limitando el crecimiento al 1% en el 2019 y al 1,2% en el 2020. El recorte para este año es de ocho décimas respecto a su anterior informe y de cuatro para el próximo.

La caída será especialmente brusca en Alemania -que registrará un aumento del PIB nueve décimas inferior a lo previsto y crecerá un 0,7% este año y un 1,1% en 2020, tres décimas menos-- e Italia, con una tímida recuperación del 0,5% el año que viene y un 2019 en recesión (-0,2%) al crecer tres décimas menos de lo esperado.

Menos dependiente de las exportaciones, la economía francesa sale algo más airosa en estos pronósticos, pero tampoco se libra de la desaceleración generalizada. Su PIB se limitará a crecer al 1,3% este año y el próximo, tres décimas por debajo de los pronósticos de noviembre.

El informe de la OCDE indica que las inversiones en la zona euro se resentirán por una menor demanda externa y la falta de confianza, aunque las políticas macroeconómicas y la subida de los salarios mantendrán el consumo en la zona euro.

‘BREXIT’ DURO

Los expertos recomiendan a los gobiernos de la moneda única coordinar sus políticas fiscales y estructurales, es decir bajar los impuestos para estimular la demanda allí donde las cuentas públicas lo permitan y liberalizar el mercado del sector servicios para aumentar la productividad. Entre los factores que contribuyen a ensombrecer el horizonte económico del viejo continente figura el desconcierto que está creando el galimatías del brexit.

Si la OCDE sostiene que el Reino Unido no va a crecer más de un 0,8%, frente al 1,4% previsto hace unos meses, una salida sin acuerdo del club europeo -que es la hipótesis más probable- sólo agravaría las cosas. El PIB británico se desplomaría un 2% en los dos próximos ejercicios, al aplicarse los derechos de aduanas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Países muy vinculados económicamente a Londres, como Irlanda, Holanda y Dinamarca, sufrirán especialmente las consecuencias de un brexit duro. La OCDE calcula que sus exportaciones caerían un 15%.