Cuando Gabriela y Ioan llegaron a España difícilmente podían imaginar que, tras conseguir un permiso de residencia, un contrato de trabajo y una posición económica solvente, la búsqueda de financiación para su nuevo hogar iba a conducirles a un laberinto de dificultades y trabas, que estuvieron a punto de dar al traste con una de las mayores ilusiones de este matrimonio: tener su propia vivienda. Sin embargo, su experiencia les devolvió, por un tiempo, a esa sensación de no poderse sentir ciudadanos de pleno derecho.

Esta joven pareja rumana, de 29 y 30 años, y con dos hijos recorrieron durante ocho meses las oficinas bancarias de Zaragoza hasta que, finalmente, y tras visitar más de media docena de entidades obtuvieron un crédito hipotecario, aunque para ello necesitaron intermediarios que hicieron más fácil el trámite . Esta odisea ha provocado que, incluso, facilitasen nombres ficticios por miedo. Un temor se encuentra instalado en gran parte de los 66.000 inmigrantes que existen en la actualidad en Aragón. De ellos, el 62% tienen entre 20 y 39 años, por lo que se convierten, de esta forma, en potenciales demandantes de créditos hipotecarios.

Gabriela dice sentirse muy a gusto en España, donde ha encontrado a gente muy agradable, aunque apunta que "yo pensaba que a la hora de buscar financiación para el piso íbamos a tener los mismos derechos que un ciudadano de España, pero el motivo real de la dificultad ha sido que somos extranjeros, porque podemos hacer frente a las cuotas mensuales de la hipoteca".

Ioan trabaja en una empresa de construcción, mientras que Gabriela realiza servicios domésticos. Ambos perciben más de 2.000 euros mensuales, una cifra que, en ocasiones es incluso mayor. Durante dos años han estado viviendo de alquiler, que les suponía una media de 400 euros mensuales, por lo que pronto se plantearon comprar un piso modesto de unos 20 millones de pesetas.

DE OFICINA EN OFICINA Las primeras búsquedas fueron en Madrid, donde incluso Caja Madrid no les dejó abrir una cuenta. Posteriormente, Gabriela y Ioan vinieron a Zaragoza, pero "todos los bancos y cajas nos pedían avales y no teníamos a nadie que nos pudiera avalar, porque no tenemos familiares aquí. ¿A quién se lo podíamos pedir?". Lo cierto es que desde el Banco de España se recomienda que se concedan créditos hipotecarios sin aval sólo por el 80% del importe. Sin embargo, desde la Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios (Ausbanc) se señala que existen casos en los que se concede un porcentaje mayor. La pregunta que surge es: ¿Por qué no a los inmigrantes?

UNA EXPERIENCIA DIFICIL Llegó un momento, recuerda Gabriela, que "antes de mirar piso decidimos pasarnos por los bancos para no hacernos ilusiones". Uno de los momentos más difíciles fue "cuando teníamos abierta una cuenta en una entidad y, ni siquiera nos dieron un préstamo de 1.500 euros para compar un televisor". Sin embargo, y tras ocho meses, Caja España "nos concedió un crédito por el 100% de la hipoteca sin ningún problema".

Gabriela señala que "no ha sido fácil para nosotros, porque te hacen sentir mal por tu condición de extranjero, aunque hubo mucha gente que nos apoyó y nos dio ánimos". Unos ánimos que ahora transmite a todo aquel que se encuentre en una experiencia similar.

Según reconocen desde el Centro de Información al Inmigrante de CCOO entre las consultas que existen hay algunas que se encuentran con este tipo de problemas. Sin embargo, también se dan casos en que los inmigrantes no pueden abrirse una cuenta en una entidad bancaria.